miércoles, 27 de febrero de 2019

Victorino de la Plaza - Apertura de sesiones 1914 - Parte 13


Cuando se presentaron los primeros síntomas de perturbación en los mercados mundiales, la masa de oro acumulada en la Caja de Conversión llegaba a $ 266.865.177, la más alta suma que haya atesorado ese establecimiento desde su fundación. Los bancos descontaban con liberalidad, impulsando los negocios, el mercado marchaba sin zozobras y las esperanzas de las cosechas eran en extremo halagadoras.
Poco después, la estadística reveló los resultados del comercio general durante el año transcurrido, y pudo el país llenarse de regocijo. La cifra total representaba $ oro 905.000.000, la mayor a que se haya llegado: importación $ oro 421.000.000 y exportación, pesos oro 484.000.000; quedando $ oro 63.000.000, como saldo en favor de la balanza económica. Esas sumas demostraban: la una, el monto de mercaderías destinadas en gran parte a los consumos y comodidades públicas; y la otra, el exponente del trabajo y energía de- las industrias y de la producción nacional, en sus diversos ramos.
Por otra parte, la perseverante continuación de los trabajos para completar el sistema de las Obras Sanitarias de la Capital, requería fondos cuantiosos. Los contratos por materiales estaban hechos e imponían crecidas erogaciones. El Tesoro había anticipado, de sus propios recursos, los fondos indispensables, y se esperaba la sanción legislativa del proyecto de ley autorizando a usar del crédito, para levantar los fondos destinados a esos servicios.
Dada la urgencia del caso, se negoció un préstamo por £ 3.000.000 sobre letras de Tesorería con 5% de interés y 1% de comisión bancaria por el plazo de doce meses. Operación satisfactoria por sus términos y condiciones moderadas.
Sancionada la ley, observose que sería necesario alterar algunas de sus cláusulas para facilitar el negociado, reforma que será solicitada de V. H.
En vista de ello, se consideró oportuno negociar una operación de crédito, por la suma de £ 10.000.000, a entregarse en plazos escalonados, a fin de evitar un innecesario recargo de intereses.
El préstamo es como el anterior a 5% de interés al año y 1% de comisión bancaria. Ambas operaciones han sido favorablemente juzgadas aquí y en Europa; y son, para el país, motivo de grata satisfacción, porque muestran la acogida que nuestro crédito merece en los centros del capital.
Los hechos que preceden permiten, pues, apreciar la situación en cuanto se relaciona con los tres factores enunciados, a saber: los capitales acumulados en la Caja de Conversión, el vuelo que ha tomado nuestro comercio y el honor dispensado a nuestro crédito.
Todo ello nos hace comprender, señores Senadores y Diputados, la altura en que el país se encuentra, debido a sus constantes esfuerzos, y nos permite afrontar con ecuanimidad cuanto se ha dicho y escrito acerca del estado de crisis en que se le coloca; y digo que podemos afrontar con ecuanimidad, porque no se registra caso alguno, en que un pueblo, al que se le supone abatido por los rigores de una crisis, se haya encontrado en plena posesión de tales elementos de riqueza.
Ha ocurrido empero, que con motivo de la baja en los cambios de comercio, se ha extraído gradualmente de la Caja de Conversión, una cantidad que hasta el 30 de Abril llegó a $ 35.011.671 oro, de donde resulta que la suma de $ 266.865.177 oro, quedó reducida en 30 de Abril a $ 231.853.506 oro, y que el monto de billetes retirados de la circulación, alcanzó a $ 79.571.982; de modo que la circulación total de papel en la fecha indicada, se redujo a $ 819.958.045 m/n.
La suma de $ 79.571.962 m/n c/l retirados de la circulación es, sin duda, de cierta importancia; pero no podría sostenerse con buenas razones que la de $ 819.958.045 m/n existente, sea en manera alguna inferior a las necesidades de la circulación. Por consiguiente, no cabe atribuir la supuesta crisis a escasez de numerario, porque en los años anteriores, no trabajó el mercado con mayores capitales.
Sábese también, que de los treinta y cinco millones de pesos oro retirados, solo una parte fue exportada, quedando el resto en las Cajas de los Bancos particulares, lo que disminuye en mucho la razón de alarma por la extracción de oro.
Parece, entonces, que el fundamento ostensible de la comentada crisis, descansa exclusivamente en el malestar general que se siente en el mercado y en la liquidación que se opera en algunos negocios; pero si es muy de sentir que esas dificultades se produzcan, habría que examinar los antecedentes en cada caso, para poder formar un juicio correcto sobre los motivos que hayan influido en tales contrastes.
Este país, como cualquier otro, no puede escapar al curso inevitable de las leyes económicas, y sucede en el presente caso lo que irremediablemente acontece en los análogos. El desarrollo ascendente de nuestras industrias, producción y comercio, ha sido constante desde algunos años atrás, por más que hayan ocurrido no infrecuentes alternativas poco propicias en algunos de sus variados ramos de producción. Ese crecimiento de riqueza, trajo como consecuencia el aumento de los capitales, la expansión del crédito, el ensanche de los negocios y la especulación, que tomó caracteres tan exagerados como poco comunes, arrastrando todo ello al abuso del crédito.
Excusado parece decir que la liquidación que se opera en nuestros centros comerciales es, sin duda, debida principalmente al conjunto de circunstancias que acabo de enunciar; y aun cuando esos contratiempos son muy sensibles, penoso es decirlo, no pueden escapar al desastre que los abusos traen consigo, ni a la depresión que proviene del encadenamiento de hechos que afectan la marcha económica.
En medio de todo, grato sería poder anunciar con entera convicción y dominio de los hechos, pero no es dado predecirlo, que ese complicado estado de cosas terminará tan luego como los mercados europeos se afirmen y desplieguen mayor expansión en sus operaciones en general; y que nuestros Bancos, a su turno, asuman otra actitud que la actual, decidiéndose a descontar y operar con liberalidad.
Los conflictos internacionales que ocasionaron los disturbios económicos en los principales centros comerciales del mundo, parecen haber terminado, y si bien la confianza en la política general no está aun absolutamente restablecida, debemos esperar que todo vuelva en breve a la base de la común tranquilidad.
Ocurre ahora preguntarse, cual sería el medio más eficaz y prudente para contrarrestar el complicado problema que dejo expuesto, el que, al entorpecer los negocios en general, afecta tan hondamente la fortuna pública y los resortes mismos de la producción.
Como en casos análogos sucede, se excogitan variadas combinaciones, comúnmente poco factibles, si no son concebidas con madura reflexión y sólo obedecen a impulsos del momento; pero la experiencia demuestra que los planes que no tienen por base el fundamento real de la riqueza, que es el trabajo, acompañada en este caso por una prudente restricción en los gastos públicos y privados tendientes a restablecer el equilibrio perturbado, son meros expedientes que, si a primera vista deslumbran, nada consistente dejan tras de sí.
Tiene nuestro país, por fortuna, todos sus elementos de trabajo, producción y riqueza al alcance de su voluntad y energía; tiene el espíritu de empresa; su acostumbrada actividad; su amor a la paz y el presentimiento de sus destinos; y, por consiguiente, cuando un pueblo vigoroso cuenta con tales elementos para labrar su propio bienestar, y trabaja, produce y encuentra los mercados abiertos para dar salida provechosa a sus productos, es fuera de duda que sabrá dominar los contratiempos de hoy y recobrar su prosperidad.
SEÑORES SENADORES:
SEÑORES DIPUTADOS:
Dejo someramente diseñado el estado político, económico y administrativo de la Nación y enunciadas las consideraciones de orden general o particular que respectivamente sugieren.
Al ocuparme de la situación económica, he presentado sus diversos aspectos en lo que al estado monetario, al crecimiento del comercio y capacidad de crédito se refiere; y he sintetizado las causas y circunstancias externas e internas que han ocasionado y siguen actuando, en la depresión económica intensa y prolongada que se deja sentir.
He señalado la perseverancia, el trabajo, la producción y la energía del pueblo, como el propio punto de apoyo donde hallará los medios eficaces para afrontar sin temor los actuales contratiempos y volver a su prosperidad.
No nos encontramos, por fortuna, como en aquella crisis angustiosa que arrancó a un Presidente argentino la frase patriótica y elocuente, concitando al país a economizar sobre el hambre y la sed para salvar el crédito y la dignidad nacional. Esa situación ha dejado su recuerdo imperecedero de abnegación y de sacrificios, que colocaron muy en alto nuestra honestidad y firmeza de carácter.
Las cosas han cambiado hoy en proporciones considerables; y el poder de recursos, de riqueza y de laboriosidad argentinos, son apreciados y proclamados por la opinión mundial. Cuestión es, pues, que el pueblo sienta latir sus propias fuerzas y en ellas encontrará su reparación.
SEÑORES SENADORES:
SEÑORES DIPUTADOS:
Declaro abierto el período de vuestras sesiones ordinarias.
VICTORINO DE LA PLAZA



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