martes, 5 de febrero de 2019

Hipólito Yrigoyen ante la condición humana - Parte 4


21El pensamiento de Irigoyen tiene una primera raíz axial en las concepciones emancipadoras de Mayo, y por lo tanto, en las concepciones de liberalismo racionalista y emancipador de la Revolución Francesa y, secundariamente, en las ideas de la Soberanía popular de la Escolástica Española de Francisco Suárez, del Siglo XVI, que formó parte de la argumentación de los patriotas independentistas en los debates originales del 22 de mayo de 1810. Tengo para mí, que aquella recurrencia a la tradición escolástica tenía carácter retórico circunstancial, porque respondía a una eficiencia argumentadora y a una táctica: la de usar elementos ideológicos en una discusión que el adversario no puede sino admitir, porque los comparte. En ese mismo orden, son notables las influencias en los textos yrigoyeneanos, de Esteban Echeverría y por su medio, del nacionalismo romántico de Giácomo Manzini.

22El segundo eje notable en el pensamiento de Yrigoyen está conformado por el racionalismo armónico del krausismo y sus epígonos de socialismo liberal de España y Bélgica, al que ya hicimos referencia. El krausismo es en sí mismo una suerte de sincretismo ecléctico, con algunas connotaciones muy originales: encontramos allí fuentes kantianas y rasgos del espiritualismo de la Naturaleza de Schelling.

23Y un tercer eje, lateral y parcialmente incidente, está referido al solidarismo social y otras corrientes radicales y social demócratas de la llamada “edad de oro” de la III República Francesa. Estas influencias en el pensamiento de Yrigoyen, especialmente notables en el Derecho del Trabajo y en la política educativa, a través de figuras como L. Bourgeois, Philippe Berthelot y Charles Guide, han sido aún poco estudiadas, pero en su momento fueron reconocidas por los legisladores radicales en 1922 y en 1928. Cabe agregar, finalmente, que en los tres ejes señalados, está presente la Francmasonería, a la que Yrigoyen perteneció.

24En el marco de las concepciones filosóficas, el término compuesto “identidad nacional” no es utilizado por Yrigoyen. Alguna vez usó la expresión “nativa solidaridad nacional”, al referirse al movimiento que implicaba la Unión Cívica Radical, “una solemne y vasta connotación rimada por definiciones siempre armónicas, comprendida por el sentimiento argentino como el más impositivo mandato patriótico de su nativa solidaridad nacional” como afirma en el Mensaje de Apertura del Congreso Nacional, el 16 de mayo de 1919 (DHY, Pág.185). Esa caracterización ontológica del espíritu nacional está en el trasfondo de su concepto de Nación, de Patria y de Pueblo, a los que recurre sin mayores distinciones.

25Es cierto que las tres palabras conforman la trilogía conceptual básica del pensamiento político, puntos centrales en torno a los que gira la evolución y transformación de la ciencia política; pero Yrigoyen les da connotaciones imprevistas, una sinceridad y grandeza que, hasta entonces, no habían sido expresadas por el positivismo imperante en las clases dirigentes del Régimen.


26Pero conjuntamente con ese espiritualismo, el nacionalismo de Yrigoyen tiene estructura contractualista. Esto es, la Nación Argentina se asienta en una Asociación, que emana de una conciencia colectiva en torno a los valores que expresa la Constitución Nacional, estructura jurídica que instituye el Estado Nación republicano, democrático y federal, y que tienen sus fuentes en las ideas de Libertad, Igualdad y Solidaridad. La Idea de Nación es dinámica, un proyecto en continuo movimiento, una realización cívica de origen popular, emancipadora y soberana, reparadora y al propio tiempo revolucionaria. De ahí la importancia del sufragismo, de la voluntad general expresada a través del comicio limpio de carácter universal. La Nación es entones construcción y manifestación popular, y una vez que el pueblo se pronuncia, “la Nación ha dejado de ser gobernada, para gobernarse a si misma” (Mensaje de Apertura del Congreso de la Nación, del 16 de mayo de 1919; DHY, pag185).


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