viernes, 1 de febrero de 2019

Hipólito Yrigoyen - 1928 - Parte 1






«Discurso en el banquete ofrecido a Mr. Hoover, Presidente Electo de los Estados Unidos de Norteamérica»

Excelentísimo Señor Presidente electo:
Habéis tenido a bien comprender a la República Argentina, entre los países de Sud América que os propusisteis visitar; y ésta, valorando debidamente vuestra cortesía, os ha tributado su más caluroso homenaje, al par que el Gobierno, seguro intérprete de los sentimientos y aspiraciones nacionales, os brinda en este momento su efusivo saludo. 

Vinculados a los Estados Unidos de Norteamérica por lazos amistosos, que se remontan a los albores de nuestra vida independiente —pues en el ejemplo de los ilustres fundadores de vuestra República recogimos las primeras lecciones de democracia, y la sabiduría de vuestra ley constitucional fijó la arquitectura de nuestras instituciones federativas—, no dudamos de que vuestra espontánea visita ha de intensificar las relaciones establecidas de pueblo a pueblo y mantenidas armoniosamente por un espacio de tiempo ya secular.


La Argentina — ¿por qué no decir la América y el mundo ?—, espera que vuestra Nación, ya en el cenit de su engrandecimiento, en la cumbre misma de su pujanza y de su expansión, irradie altos valores espirituales y pacifistas, como el que llevara a vuestro insigne, Presidente, desaparecido, a convocar en Ginebra —después de la trágica hecatombe de la civilización contemporánea—, a todos los pueblos, para que, como bajo el santuario de una solemne basílica, reafirmaran para las naciones, el precepto eterno y luminoso que el Divino Maestro promulgó: «Amaos los unos a los otros».

Tales son los anhelos de los pueblos sudamericanos, los cuales aspiran a avanzar siempre por el sendero de su perfeccionamiento hacia la misión que en la Historia le han deparado los designios de la Providencia; realizándose como entidades regidas por normas éticas tan elevadas, que su poderío no pueda ser un riesgo para la justicia, ni siquiera una sombra proyectada sobre la soberanía de los demás Estados.

Con la inspiración de estos votos sagrados, levanto mi copa para desearos, Señor, un gratísimo retorno al seno de vuestra ilustre y grandiosa patria.

YRIGOYEN

Saludo de despedida

Buenos Aires, diciembre 22 de 1928.
A S. E., el Señor Presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica, Mr. Herbert Clark Hoover.

Al alejaros de las Naciones que acabáis de visitar, de retorno a vuestro gran país, me es muy grato expresaros nuestro reconocimiento por vuestros eminentes y generosos mensajes; el contenido en vuestros telegramas y el que posteriormente me transmitiera el Embajador de los Estados Unidos.

Esas comunicaciones han acentuado intensamente en mi espíritu las impresiones experimentadas en las horas que convivimos, bajo el efusivo ambiente con que os rodeó el pueblo argentino y en las cuales dilucidamos en plena identificación del pensamiento, conceptos y propósitos relacionados con la soberanía de los pueblos.


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