domingo, 27 de enero de 2019

La historia del fútbol argentino que no se puede barrer bajo la alfombra - Parte 3



El primer Mundial, Uruguay 1930, coincide con el último año del Amateurismo en la Argentina. Y la Selección, que venía de ser subcampeona olímpica y campeona sudamericana, tuvo una actuación destacadísima. El equipo demostró su superioridad en la fase de grupos (derrotó sucesivamente a Francia, México y Chile) y en las semifinales vapuleó a los Estados Unidos, 6-1. La final fue un testimonio de la hegemonía rioplatense: como en Amsterdam, se volvieron a cruzar celestes y albicelestes, el 30 de julio, en el Centenario de Montevideo. Ganó 4-2 Uruguay, tras ir perdiendo 2-1 al cabo del primer tiempo. A los 37 minutos, Guillermo Stábile había marcado su octavo gol en cuatro partidos (no fue titular en el debut ante Francia) y así se consagró como el primer goleador de los Mundiales, con un impresionante promedio de dos goles por encuentro. Tuvieron que pasar 58 años para que otro argentino, Mario Kempes, volviera a ser el máximo anotador de una Copa del Mundo. Por lo incisivo de su juego se ganó el apodo de El Filtrador. Tras jugar en Huracán, fue transferido al Genoa, de Italia.

Más tarde, entre 1939 y 1960, dirigió a la Selección en 127 partidos y ganó siete Sudamericanos. Stábile fue, quizá, el mejor testimonio de que la línea divisoria trazada en 1931 es apenas un hito alimentado por la comodidad y no una verdad con el sostén de la historia. Dicho de otro modo: el fútbol que se jugaba en días de Amateurismo era el mismo que se jugó a partir de la Era Profesional.

En el Amateurismo, fueron consagrados protagonistas, tras el dominio de Alumni y de Lomas Athletic, Racing (9 campeonatos y un subcampeonato), Boca (6 y 3), Huracán (4 y 2), San Lorenzo (3 y 2), Independiente (2 y 2), River (1 y 5), Estudiantes La Plata (1 y 3), Gimnasia La Plata (1 y 1) y el centenario Quilmes (campeón en 1912), todos representantes importantes también en el Profesionalismo. Además, ya se habían jugado todas las primeras versiones de los clásicos. Una pequeña diferencia entre ambas épocas se dio tras la escisión de 1919: el clásico de la Asociación Argentina era entre Boca y Huracán, los dos más ganadores de la década del 20, con cuatro títulos cada uno. Luego, a partir de 1926, volvieron a realizarse los clásicos de siempre. Y las Copas Nacionales se disputaban -como ahora la Copa Argentina o la Supercopa Argentina- con distintos formatos y versiones. Y como ahora ofrecía el carácter de campeón oficial a su consagrado.


Las giras de los equipos argentinos por el exterior, en esos tiempos,también demuestran el destacado nivel del fútbol de esta tierra. En 1925, Boca viajó por España, Alemania y Francia. Y en esa memorable gira que marcó un hito para su popularidad, ganó 15 partidos, empató uno y perdió tres. Su campaña fue tan exitosa que la Asociación Argentina le dio un reconocimiento: lo nombró Campeón de Honor. A partir de aquel viaje la popularidad de Boca se hizo imparable. En 1928 y 1929, Sportivo Barracas anduvo de gira por Brasil, Portugal, España e Italia. Entre otros resultados destacados, venció al seleccionado Carioca (3-2), al seleccionado de la Federación Portuguesa (3-2), al Milan (2-1), al Nápoli (1-0), a la Lazio (2-0) y al seleccionado Paulista (1-0). En 1930 y 1931, Vélez emprendió una larga travesía por Chile, Perú, Cuba, México y Estados Unidos. Jugó 25 partidos, ganó 21 y empató cuatro. También en esos años, Gimnasia La Plata anduvo por Brasil, España, Francia, Alemania, Checoslovaquia, Austria, Italia y Portugal. Y, por ejemplo, derrotó al Real Madrid (3-2) y al Barcelona (3-1).

Es cierto que las dificultades de organización eran frecuentes. Lógico: en los tiempos fundacionales del fútbol, en cualquier rincón del mundo, sucedía igual. O parecido. Por ejemplo, en 1923, en la Asociación Argentina, Huracán y Boca disputaron el campeonato golpe a golpe. Y llegaron al tramo final igualados en 51 puntos. Con una diferencia relevante: a Huracán le faltaba completar un partido. Sin embargo, la Liga dispuso que el título debía definirse directamente en encuentros directos de ida y vuelta. Tras una victoria para cada uno y una igualdad, Boca se impuso 2-0 en el cuarto encuentro y se consagró. Pero estas situaciones curiosas no fueron patrimonio exclusivo de los días románticos. En 1976, Boca y Huracán también disputaron el título. 
Y sucedió otro hecho llamativo: por el modo de disputa (una primera vuelta clasificatoria para una ronda Campeonato, sin arrastre de puntos), el campeón Boca sumó nueve puntos menos que el subcampeón Huracán. Y ya en 2013, Vélez obtuvo un título de Liga (oficial, reglamentario) luego de apenas un partido de 90 minutos frente a Newell's, en Mendoza. La AFA trató de corregirse luego, pero nadie podrá cuestionar esa vuelta olímpica del club de Liniers.

Lo que vino después fue una consecuencia. El profesionalismo fue apenas un detalle organizativo y económico. El fútbol argentino ya estaba en marcha. Y el amateurismo, como etapa, tendrá para siempre el orgullo de su carácter fundacional. Más allá de algunos olvidos u omisiones...



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