sábado, 12 de enero de 2019

Coronel Federico Rauch, el guardian de las fronteras


Nacido como Friedrich Rauch el 9 de Agosto de 1790 en Weinheim, Großherzogtum Baden, estado de Baden-Würtemberg en las confederaciones del Rhein (unificados por Prusia, hoy Alemania). Luchó en el ejército prusiano de Blücher contra Napoleón; y ya caído el corso tirano, se embarcó hacia las Americas.

Arribó al puerto de Buenos Aires el 23 de marzo de 1819, y siguendo los pasos de otros oficiales alemanes llegados a las pampas -como el célebre barón de Holmberg a las ordenes de Belgrano durante la guerra de Independencia-, se unió al ejército criollo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Debido a su experiencia, fué destinado a las agitadas fronteras con el indio.
Su presencia en el extremo sur de Buenos Aires, fué muy apreciada por los colonos y estancieros, ya que bajo su comando se libró una lucha de extrema dureza contra los indios. Realizaba constantes patrullas, atacába sin más a los guerreros de lanzas y no solía tomar prisioneros. Fué galardonado por sus acciones, y así se lo llegó a conocer como el "guardían de las fronteras".

Entre 1827 y 1828, el Crnl. Rauch lidero tres campañas militares durante las cuales la frontera se situó en Melincué, pasando por el fuerte Federación (fundado el 27 de diciembre de 1827, siendo el origen de la ciudad de Junín), el 25 de Mayo y Tapalqué, hasta el cabo Corrientes. Todas ellas fueron en represalia a los constantes malones que asolaban la región, saqueando animales y masacrando pobladores de los asentamientos rurales.



Primera campaña: partió el 25 de octubre de 1826 con 800 soldados desde Toldos Viejos, unos 50 km al suroeste de Dolores.
Segunda campaña: se inició en noviembre de 1826 con 1.200 soldados de los Regimientos 5º, 6º y 7º de Caballería de Línea.
Tercera campaña: partió a fines de enero de 1827.
En los tres casos, el éxito fue total, causando enormes daños a los tolderíos indígenas, recobrando ganados y liberando cautivas. El poeta rivadaviano Juan Cruz Varela futuro instigador del asesinato de Dorrego, escribió en 1827, estos versos elogiando al militar:

“Joven terrible, rayo de la guerra
espanto del desierto,
cuando vuelves triunfante a nuestra tierra
del negro polvo de la lid cubierto,
te saluda la Patria agradecida
y la campaña rica
que debe a tu valor su nueva vida
tus claros hechos, y tu honor pública”.

El 24 de febrero de 1827, el presidente Bernardino Rivadavia emitió un oficio que servía como preámbulo a la entrega de un sable en honor del prusiano.

En sus partes militares el coronel Rauch se refería en esta forma a los indígenas derrotados:

“Hoy, 18 de enero de 1828, para ahorrar balas, degollamos a 28 ranqueles”.

En marzo de 1828, Rauch asume la comandancia del Fuerte Federación, relevando al comandante Bernardino Escribano, quien había pedido licencia por enfermedad. En una carta que envía al gobierno, Rauch describe el deplorable estado del fortín:

“(...) las familias están a la intemperie; por la carestía de géneros y el escaso sueldo de los maridos se hallan medio desnudas".


Derrota y muerte


Tras la revolución de diciembre de 1828, en la cual el general Juan Lavalle depuso al gobernador federal Manuel Dorrego, Rauch tomó partido por el jefe revolucionario. Solicitó permiso al nuevo gobernador para retirarse a Buenos Aires, por lo que el mando de Fuerte Federación pasó nuevamente al coronel Escribano, también hombre de Lavalle.

A principios del año siguiente volvió a salir en campaña, para enfrentar a los federales, que estaban conducidos por Juan Manuel de Rosas, que tenía gran apoyo entre los gauchos y los indígenas. Las acciones de los aborígenes en contra de las fuerzas unitarias forzaron a Lavalle a valerse de Rauch para enfrentarlos.

El 28 de marzo de 1829, "el guardian" lideraba a las fuerzas unitarias conformadas por tropas de línea del ejército y salteadores pampas -aborígenes enemigos de los ranqueles- para enfrentar a los federales hacia el pago de Las Vizcacheras. Cuando se entabla el combate, Rauch cargó con su propia columna al centro de las fuerzas federales que iban acompañadas de indios ranqueles. Arrolló con el enemigo a su paso en una carga desesperada, sin percatarse de que sus dos alas a los flancos eran derrotadas. Eventualmente és rodeado, y en medio de la lucha su caballo cáe impactado por boleadoras. En instantes el coronel prusiano és lanceado por el jefe ranquel Nicasio Maciel, apodado "Arbolito", junto al coronel Nicolás Medina.
Decapitado por los vencedores, su cabeza fué primeramente arrojada en la puerta de la madre del después coronel federal Prudencio Arnold, a quien Rauch supuestamente había jurado matar, y luego llevada en triunfo a la ciudad de Buenos Aires y arrojada en una calle céntrica en señal de desafío. Muestra de la barbarie de la época.

La tenacidad de Rauch en batalla contra los indios fué de gran provecho para las nuevas generaciones de oficiales que le sucedieron. Uno de sus lugartenientes de las fronteras, el futuro Tte. Coronel Hilario Lagos, grácias a la experiencia bajo el mando de Rauch, fué puesto a la cabéza de toda una división (la 5ª) durante la Campaña del Desierto del Gral. Roca.



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