jueves, 25 de octubre de 2018

“Pan, Paz y Trabajo” - Parte 3

Según las estimaciones de los manifestantes, unas 15 mil personas lograron pasar los cercos e instalarse en Plaza de Mayo, a la vez que unos mil policías apalearon, embistieron con autos y caballos, hubo disparos de Itaka y gases. La represión fue total. Se intentó llegar a la Casa Rosada para leer un documento y entregar un petitorio. Por seis horas, el centro de la ciudad fue escenario de una verdadera batalla. Los detenidos fueron en su mayoría llevados a la cárcel de Devoto, incluido el propio Ubaldini y el hijo del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. El mensaje era claro: se había perdido el miedo.


Recuerdos del pasado

“El 30 de marzo fue un vendaval. Miles y miles de trabajadores en ese día de 1982 expresamos el repudio a la dictadura militar por las calles de la ciudad de Buenos Aires”, recuerda Víctor de Gennaro. “Fue impresionante y, como siempre, las imágenes que desde el poder tratan de recordarnos ese día están asociadas a la represión bestial. Siempre tienen que mostrar lo que nos debilita, lo que oculta el poder popular. Como con las fotos, las palabras y las imágenes de ese 30 de marzo: sólo quieren que veamos la represión, como en la única foto que quedó en todos los archivos, pero, como en aquel día, hay otra realidad que descubrir y amar hasta enorgullecernos”, agregó el actual diputado nacional, que en esos días militaba en el gremio estatal.

De Gennaro recuerda la unidad entre los manifestantes, que no sólo eran trabajadores. “Otra cosa fue lo que yo vi y viví, ese día fue la solidaridad de la gente, que nos abría la puerta de los edificios, para ‘guardar’ a los que queríacazar la cana, la solidaridad y acción en cada comisaría entre los presos, o la de los abogados o los de derechos humanos. Como siempre, recuerda Nora Cortiñas, de Madres, que a pesar de todos los prejuicios con los que habían querido dividir a los organismos y los trabajadores, fue recibida con el fervor y el apoyo de todos, cuando reclamaba libertad”, destacó el dirigente sindical.


Para muchos, aquella multitudinaria marcha fue una muestra de hastío de una parte de la sociedad. Fue un grito de desahogo que nació del movimiento obrero organizado. Elena Luz González Bazán es autora de “Una gesta olvidada”, un libro que recupera todo lo sucedido en esa jornada histórica. Para la autora, la marcha de “Pan, Paz y Trabajo” fue el momento final de todo “un proceso de resistencia” que los gremios hicieron contra la dictadura, que quedó olvidada por lo que sucedió unos días después con la recuperación de Malvinas.


“El 30 de marzo de 1982 es el corolario de toda una resistencia.Es producto del primer paro nacional, el del 27 de abril de 1979, con el 60 por ciento de acatamiento en las zonas industriales, el 30 por ciento a nivel nacional, cifras ofrecidas por los dictadores.La represión fue encarnizada, no tuvo miramientos”, expresó la autora.


Para González Bazán, “Pan, Paz y Trabajo” fue “la forma de resumir lo que sucedía. En un año se habían perdido más de 1.500.000 de puestos de trabajo, la pobreza había crecido en todas las barriadas obreras y los cordones industriales, la indigencia y la falta de objetivos estaba enseñoreada en aquel país dictatorial”.


Aquella jornada deja en claro que el foco de la resistencia a la dictadura estuvo entre los trabajadores, porque fueron ellos los más golpeados por la represión. En el informe final de la CONADEP se registra que el 30,5 por ciento de los detenidos desaparecidos fueron obreros industriales. Otro 37,5 lo conforman los trabajadores, empleados y asalariados, gama en la que están los profesionales, periodistas, docentes, trabajadores de la salud, empleados públicos y otros. Una de las grandes respuestas más lúcidas de esa clase obrera perseguida y golpeada fue esa hazaña del 30 de marzo.


A medida que terminaba el día, la ciudad se fue silenciando. Las comisarías colmadas de detenidos eran un hervidero de familiares y amigos que buscaban a su gente. Las redadas siguieron hasta la noche, y muchos pasaron varios días sin volver a sus casas. La brutal represión no evitó que el grito contenido se escuchara en todo el país.


En Mendoza, el ataque de las fuerzas de seguridad dejó un muerto: José Benedicto Ortiz. Por primera vez, en mucho tiempo, las calles fueron terreno de disputa, y los trabajadores mostraron que habían perdido el miedo. Dos días después, muchos de ellos se encontraron en la misma plaza, pero esta vez escuchando al presidente Galtieri cuando anunciaba la invasión de Malvinas. Bajo la misma bandera, en una extraña muestra de psicosis social, represores y reprimidos decidieron dar vuelta la página y comenzar a escribir, juntos, otra historia. Y así, la gesta del 30 de marzo quedó en el olvido, pero no para los trabajadores, que en el interior siempre supieron que ese día aportaron para el final de la peor dictadura argentina. Aunque no lo recuerden. Se sabe que la memoria es un instrumento de las clases dominantes.


Por Diego Lanese


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