domingo, 21 de octubre de 2018

Alicia Moreau de Justo: Juventud, feminismo y socialismo - Parte 9

«La democracia es, así ha sido definida hace bastante tiempo, el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, es decir, que el pueblo no sea un instrumento para dar a otros las leyes que necesitan para hacer lo que quieran con el país.»
Alicia Moreau de Justo.

En 1979, cuando la actividad política estaba prohibida y muchos políticos debieron exiliarse, participó junto a otros dirigentes de la Confederación Socialista Argentina1 y del Partido Socialista Popular en un acto en el tradicional salón de la mutual socialista Unione e Benevolenza de la ciudad. 

En 1980, fue una de las encargadas de recibir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, una de las acciones internacionales que más dañaron al Proceso de Reorganización Nacional. En el mismo año, como integrante de la Comisión Permanente en Defensa de la Educación (Copede), Moreau, en compañía de Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Sabato y Elías Castelnuovo, publicó Por una universidad gratuita y firmó el reclamo inicial por el secuestro y encarcelamiento de Alfredo Bravo.

Otro aspecto relevante fue su relación con la Iglesia católica. A principios del siglo XX, su vínculo con algunos sectores de la Iglesia era regular. Moreau y Enrique Iberlucea consideraban al clero como el principal responsable de la ignorancia popular y criticaron el apoyo del Episcopado a Perón en 1945. Una carta pastoral firmada por el cardenal Santiago Luis Copello y otros obispos del país señalaba que ningún católico podría votar a candidatos que adhirieran a principios tales como la separación entre Iglesia y Estado, el laicismo escolar, el divorcio legal (sancionado en 1986), entre otras causas. 

El cardenal de Paraná, Zenobio L. Guilland, expresó en 1946: «Los católicos no pueden votar por los partidos socialistas comunistas, condenados por la Iglesia». Sin embargo, a partir de 1978, Moreau vio con simpatía las gestiones del cardenal Antonio Samoré, que pusieron límites a los enfrentamientos con Chile por cuestiones territoriales en el canal de Beagle. 

En una ocasión le preguntaron a Moreau cuál Dios es el verdadero, a lo que respondió: «Pregúntaselo al Papa, porque yo no creo en Dios». Al morir estaba segura de que «iré a la tierra: no creo en el cielo, ni en el infierno».
Centenario


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