viernes, 15 de junio de 2018

Mansilla, inimitable y único - Parte 3


Paraguay y los ranqueles 

Al estallar la Guerra del Paraguay, peleó con valor en el frente, sin dejar las crónicas y ensayos periodísticos. Llegó, por merecidos ascensos, al grado de teniente coronel. 

Experto tirador y pendenciero, en 1863 se batió a duelo con el poeta Juan Chassaing, a quien hirió levemente. En 1868, abofeteó a Carmelo Rosende, cuñado de Mitre: cuando este le envió los padrinos, no los aceptó por considerar que el retador "no era un caballero". 
Militó a favor de la candidatura presidencial de Domingo Faustino Sarmiento y pensó que este, al ganar, lo nombraría ministro. En cambio, el sanjuanino lo designó comandante en la frontera de Río Cuarto. 

Fue una etapa en la cual no dejó de tener problemas con los superiores jerárquicos. Su viaje al interior de la zona dominada por los aborígenes, le daría material para su libro más célebre, "Una excursión a los indios ranqueles", auténtico clásico de las letras argentinas, que publicó primero en forma de cartas en el diario "La Tribuna". 

Duelos trágicos 

Fue uno de los valientes luchadores contra la epidemia de fiebre amarilla en 1871, sin dejar nunca el periodismo. Diputado nacional en 1876, fue reelegido al año siguiente. De 1878 a 1880, se desempeñó como gobernador del Chaco. 

Este último año retó a duelo a Pantaleón Gómez, periodista de "El Nacional", quien resultó muerto en el lance. Años después, comentó que había disparado el tiro mortal aunque no pensaba hacerlo, porque de pronto "creí notar en su fisonomía un gesto repulsivo de odio". En 1883, desafió y ultimó al periodista Pierre Mayence, en París. 

Fue desdichada su intervención, como padrino, en el lance a pistola entre Lucio V. López y el coronel Carlos Sarmiento, que terminó con la muerte del primero. Se decía que, disparados los tres tiros sin consecuencias, propuso a los duelistas: "¿qué les parece un tirito más, antes de amigarse?". El cuarto "tirito" hirió fatalmente a López. 

Viajó a Europa en comisión oficial y fue elegido otra vez diputado al Congreso. Lo sería de nuevo en 1886. En los debates, Mansilla hablaba prácticamente de todo lo que le pasaba por la cabeza. Hacía chistes, digresiones literarias, y apoyaba a su partido o no según el humor de ese día. En 1890 fue ascendido a general de división. 


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