Es más antigua, incluso, que nuestro país. Para encontrar
las raíces de este hecho hay que remontarse a 1824
A lo largo de nuestra historia encontramos repetitivos y
lamentables acontecimientos en torno a la deuda externa argentina,
circunstancia que ha ido oprimiendo las perspectivas de desarrollo de nuestro
país.
Sin lugar a dudas, el lastre de la deuda externa es uno de
los factores condicionantes del crecimiento y evolución de la economía argentina
de mayor importancia.
Hoy el tema es un ítem destacado en la agenda de nuestros
legisladores, que lejos de consensuar un plan a futuro continúan priorizando
sus urgencias sobre lo necesario e importante que requiere nuestra Patria.
Ignorar la historia nos condena a repetirla, el análisis y
estudio de los acontecimientos históricos de nuestra Nación indudablemente
deben servir para dotar de sabiduría a nuestro pueblo y poder construir un
mejor proyecto futuro.
La deuda externa nacional es incluso más antigua que nuestro
país. El primer empréstito fue tomado antes de nuestra génesis. Después de la
descolonización, el 17 de diciembre de 1824 las autoridades del Gobierno de
Buenos Aires aprobaron un empréstito de un 1.000.000 de libras esterlinas.
El famoso empréstito de la Baring Brothers gestionado por el
entonces ministro Bernardino Rivadavia debía de servir entre otras a dotar de
un moderno puerto y aguas corrientes a Buenos Aires, a demás de consolidar la
frontera con los indios fundando varios pueblos.
La deuda fue colocada en Londres al 70% de su valor, y como
el prestamista comenzó reteniendo el servicio de dos anualidades, a Buenos
Aires llego poco más de la mitad del empréstito acordado. Pero por si esto no
bastase, la Baring Brothers no mandó oro, sino órdenes de pago contra
comerciantes ingleses de Buenos Aires.
Como era previsible, a los dos años los servicios del
empréstito dejaron de abonarse. El entonces gobernador Manuel Dorrego no
cumplió con las obligaciones y Rosas, más tarde se lamentaba pero tampoco
pagaba. Ante la presión de la Baring, Rosas encomendó 1843 al diplomático
Manuel Insiarte que tantease la posibilidad de canjear la deuda por las Islas
Malvinas (ya en poder de la corona Inglesa desde 1833).
Como era de esperar el gobierno Inglés desecha la oferta,
Rosas cancela algunas mensualidades interrumpiendo los pagos en 1845 cuando se
produce el bloqueo anglo-francés por el río Paraná.
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