Es conocido entre
los aficionados a la música el recurso de ciertos virtuosos de la guitarra de
agregar seis cuerdas más al instrumento para dar mayor posibilidad tonal a la
ejecución de determinadas piezas, templándolas de a pares y en distinta escala
de sonidos.
Con ello intentan abarcar una gama de cuartos y medios tonos que
les permite variables melódicas inéditas, asegurándoles una interpretación de
tradicionales partituras con alguna originalidad, atrapando así a un público
masivo. Los apegados a la vihuela ortodoxa desestiman este recurso y muchos
expertos aseguran que el escaso resultado no compensa el mayor esfuerzo digital
y, aún, el método cosecha el desdén de los críticos.
Algo parecido ocurre en política, campo en el
cual el uso del "guitarrón", como se ha dado en llamar al pintoresco
invento, si bien ha obtenido apreciables adhesiones por un corto tiempo, las
pérdidas de apoyo producidas por la confusión de los medios tonos, cuartos de
corcheas y octavos de notas no alcanzan a equilibrar los éxitos parciales.
Y
menos cuando toda la ciencia política de algún personaje se agota en los
medios, generalmente centrados en el escamoteo de las definiciones categóricas,
hasta convertirlos en fines, cambio fatal que deviene en estridentes fracasos.
La media palabra de Don Hipólito era solamente uno de los tantos medios que
utilizaba el popular caudillo radical para mantener un equilibrio interno en la
lucha por las posiciones de Gobierno, pero que hacía a un lado en el momento
preciso de las definiciones claras.
Ya se sabe lo que ha pasado con el radicalismo
al transcurrir los años. La intransigencia yrigoyenista —que el antiguo
comisario de Balvanera la entendía como principio inamovible, pero que no
confundía con las tácticas circunstanciales— anidó en el desván de la retórica,
envasada y lista para usar solamente como recurso oratorio, cuando no
totalmente desvirtuada al esgrimirla contra las nuevas corrientes populares
herederas de la lucha contra el régimen, al cual, a partir de Alvear, sirvió
disciplinadamente el antiguo Partido de la reparación yrigoyeniana, ahora
convertido en "contubernistas" al asalto de las posiciones públicas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario