jueves, 8 de febrero de 2018

Amable Jones: el mandatario que más solo estuvo - Parte 2

Acá trajo a un matrimonio que ya lo servía cuando vivía en la calle Suipacha, en Buenos Aires. Y al pequeño hijo de la pareja, por el que Jones sentía mucho afecto.
Jones escapaba a la vida social, lo que lo iba aislando cada día más. La única vez que participó de una fiesta las “familias bien” se escandalizaron porque la servidumbre compartía con el gobernador el festejo. Se trataba del matrimonio que lo acompañaba desde hacía tantos años...

Gran lector del diario La Prensa, tenía una colección desde el primer número, a la que hizo encuadernar con tapas de cuero. 
Delgado, usaba el pelo corto y grandes bigotes con las puntas un poco levantada. Si se lo observaba bien de cerca podía advertirse un detalle muy particular: tenía un ojo verde y el otro celeste.

Jones era un intelectual puro metido en una actividad política en la que todo era acción. Nunca comprendió a la política sanjuanina. Ni le interesó hacerlo. 

Aunque era un hombre manso y bueno, tenía dos defectos: estaba convencido que había venido para cambiar la historia y terminar con la barbarie sin importarle lo que pensaba la gente o la existencia de instituciones a las que nunca respetó. Y, además, le gustaba ser adulado.

Al final esa fue su perdición. Quienes lo rodeaban, en su mayoría hombres que había traído desde Buenos Aires, conocían sus debilidades. Y lo fueron alejando cada día más de los sanjuaninos.

Todo da a entender que Jones sabía que lo iban a matar. En los últimos tiempos dormía en diferentes casas. Sin embargo no aumentó su custodia. 

Y el 20 de noviembre de 1921 fue asesinado en La Rinconada, Pocito, por un grupo ligado al cantonismo.

El cuerpo de Jones, destrozado por los disparos y hasta una bomba, fue embalsamado y enterrado en un panteón en el cementerio de la Capital. Dicen descendientes que lo vieron en 1970 que con excepción de la mandíbula que se había desprendido, estaba en buen estado.

En San Juan no se lo recuerda por sus obras sino por su bárbara muerte. Podemos decir que en su corto y conflictuado gobierno pudo terminar la escuela Normal San Martìn, inició la construcción del ferrocarril a Jáchal y creó la oficina química y la cárcel pública.


Juan Carlos Bataller



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