sábado, 6 de enero de 2018

Discursos de Asunción - Parte 5

El mensaje de Alfonsín

El mensaje del presidente Alfonsín se distingue de todos los anteriores por sus contenidos éticos. Más allá de los aspectos programáticos y de su refirmación de la democracia restaurada, las palabras del 10 de diciembre ante la Asamblea Legislativa expresan una preocupación en el plano de la moral, muy coherente con la filosofía que el radicalismo ha mantenido a lo largo de su prolongada trayectoria.

El nuevo jefe del Estado ha marcado enfáticamente que el fin no puede justificar los medios; que el tutelaje ejercido por las minorías sobre la Nación siempre naufraga en la esterilidad y el fracaso; que los valores asociados a la vida, la libertad y la dignidad de los seres humanos deben constituir el objeto del máximo compromiso por parte de los gobernantes. Su discurso define una total diferencia con la doctrina que tácitamente manejaron las Fuerzas Armadas en función de gobierno desde 1976, que colocaba la "seguridad nacional" por encima de cualquier bien ético o jurídico y hacía posible matar, secuestrar, detener, exiliar, amordazar o amenazar, sin otra norma que el arbitrio de los jefes de las instituciones armadas. El mensaje de Alfonsín es un regreso a los conceptos republicanos que están asociados a los orígenes del país, en la medida que significa un compromiso de actuar en el marco de la Constitución y las leyes. ¡A más de 130 años de la sanción de nuestra carta magna, anunciar que será respetada, es toda una revolución!

El terreno de los hechos políticos es resbaladizo: las mejores intenciones pueden naufragar en la dureza de las realidades concretas. El mundo de los valores éticos, en cambio, existe en términos absolutos y el gobernante que plantee su acción en semejante dimensión, puede mantenerlos hasta el fin sin claudicaciones, pase lo que pase. Basta con tener entereza y voluntad. Más que un programa de gobierno, Alfonsín ha establecido su propio compromiso con una moral política. Sin duda, esto es lo que precisa la Nación por encima de todo. Manteniéndose fiel a lo expresado el 10 de diciembre, el nuevo presidente ayudará a su pueblo a recomponer la perdida fe en sus gobernantes. Y éste es el indispensable primer paso para construir un buen país.





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