miércoles, 3 de enero de 2018

Discursos de Asunción - Parte 2



Cada mensaje tiene la impronta de su autor. Pues ¿qué pudo decir Sarmiento en su primer mensaje? Reflexiones sobre la educación, naturalmente: "Hemos recibido en herencia masas populares ignorantes. . . Una mayoría dotada con la libertad de ser ignorante y miserable, no constituye un privilegio envidiable para la minoría educada de una Nación que se enorgullece llamándose republicana y demócrata. . ."

Avellaneda, que asumió la presidencia el 12 de octubre de 1874 en medio de un movimiento revolucionario que negaba la legitimidad de su mandato, destacó la significación de esta circunstancia: "Acabo de prestar juramento en este recinto donde hace doce años se dictan las leyes que obedece la República. Queda así demostrado que (. . .) la vida constitucional no se interrumpe y la transmisión del mando se verifica, abriéndose un nuevo período presidencial bajo las formas ordenadas de la legalidad". Es que en ese momento, la suprema necesidad de la Nación consistía en mantener la continuidad de sus instituciones, Y aunque por cierto la elección de Avellaneda era muy cuestionable (ni más ni menos que las otras designaciones presidenciales de la época) era mucho peor caer en la tentación de la revolución.

Algo parecido quiso decir Roca en 1880. También el flamante mandatario se había hecho cargo en medio de un ambiente que todavía estaba caliente con las llamas del levantamiento porteño encabezado por el gobernador de Buenos Aires. Roca quiso marcar que abría una etapa distinta y que la fuerza del Estado Nacional sería incontrastable en adelante. Dijo en su mensaje inaugural: "Necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente; y a este respecto lo declaro bien alto, desde este elevado asiento, para que me oiga la República entera: emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Poder Ejecutivo, para evitar, sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública". Momentos antes había proclamado: ". . . la divisa de mi gobierno será: Paz y Administración". Aparentemente poco imaginativa, la fórmula roquista era un programa de máxima para permitir la inserción de la Argentina en los circuitos mundiales de la producción y el consumo, un objetivo que exigía tranquilidad para recibir hombres, capitales y tecnología.


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