domingo, 23 de abril de 2017

Jujuy, la sangre india - Parte 2


El sonado pleito jurisdiccional del Tucumán se terminó cuando, el 29 de agosto de 1563, se dio a publicidad una cédula real que hacía de esta región una gobernación autónoma segregada de la usurpación chilena que en su momento llevara a cabo Francisco de Villagra. Mediante este documento, el rey ordenaba que Tucumán dependiera del Perú como autoridad jerárquica inmediata. 


Los indígenas, incentivados por su hostil asedio a otras poblaciones, asolaban la región y golpeaban a las puertas de la heroica ciudad recién refundada. 


El valle de Jujuy era un punto estratégico, ya que allí convergían las rutas procedentes del Perú y las que se abrían hacia la progresista región del Sur, uniéndose al Atlántico. 


Por ello, el 13 de octubre de 1575, don Pedro de Zárate fundó, en la zona llamada Punta de Diamante por la cercana unión de los ríos que franquean la ciudad (el Grande y el Chico), la ciudad de San Francisco en la Nueva Provincia de Álava, donde actualmente se encuentra el cementerio del Salvador. La ciudad alcanzó escasamente un año de vida, ya que también fue destruida por los indígenas. 


Finalmente, la superioridad militar española terminó por imponerse y el 19 de abril de 1593 Francisco de Argañaraz y Muguía fundó San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy, la actual capital provincial. 



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