Los investigadores del pasado precolombino han sostenido con
empeño que la cultura indígena del Noroeste argentino fue influida por la
cultura de Tiahuanaco, muy anterior a la incaica.
Otros sostienen que la cultura diaguita enseñoreaba en el Norte y Oeste de Jujuy (los
diaguitas ocupaban una pequeña parte del oeste del actual territorio
provincial, formaban pueblos independientes unos de otros, con sus respectivos
caciques, y hablaban una lengua llamada "cacana").
Sea como fuere, cuando los españoles llegaron a esta región encontraron
comunidades indígenas de omaguacas, quienes habitaban la región del norte de
Jujuy, la puna, las gargantas estrechas que llegan a la gran quebrada
humahuaqueña, los pequeños valles y las laderas de las sierras, eran los más
adelantados de la provincia; oclayas, en el valle de Jujuy, en la parte del
Xibi Xibi, Titaxi, Tilquiza, Jaire, Chijra y Zapla, hasta las faldas de los cerrillos
de Perico, eran valientes guerreros pero no se igualaban a los omaguacas; y
jujuies, posiblemente una denominación genérica dada por los hispanos para
señalar a las tribus que escondían sus viviendas hacia los sitios actuales de
Cuyaya, La Almona y Juan Galán.
La fundación de una ciudad en el valle de Jujuy se vió demorada por la brava
oposición indígena a la entrada de los españoles, pero el factor de más
influencia fue la lucha que sostuvieron entre sí los españoles de Chile y Perú,
que pretendían dominar el territorio del Tucumán, el cual abarcaba por entonces
las actuales provincias de Salta y Jujuy.
Después de varios intentos fallidos por fundar la ciudad, empezando por el que
intentara Perez de Zorita el 20 de agosto de 1561 con el nombre de Nieva, entre
los ríos Grande y Sivisivi, la población sucumbió ante los ataques indígenas y
las luchas intestinas por dominar la región desde el Perú y Chile. Lograron
subsistir sólo hasta 1563.
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