Desde su fundación, Buenos Aires utilizó el "Riachuelo
de los Navíos" para el desembarco de mercaderías, que por cierto se
realizaba de una manera muy modesta: fondeados los barcos, los botes acercaban
a los pasajeros y mercancías hasta la orilla, ya que no existía muelle. Hasta
fines de 1770, se habían presentado unos 60 proyectos fuera de la zona del
Riachuelo, ninguno de los cuales había prosperado. Buenos Aires era,
paradójicamente, una ciudad portuaria sin puerto.
En 1872 se construyen el muelle y los depósitos Las Catalinas, en la bajada de
las actuales calles Córdoba y Viamonte. Es entonces cuando, una vez resuelta la
federalización de Buenos Aires, se acordó la necesidad impostergable de
construir un puerto completo. En 1881 el ingeniero Luis Huergo presenta un
original proyecto y un año después el comerciante Eduardo Madero expone el
suyo. Se trata de dos propuestas muy diferentes, que representaban intereses
contrapuestos y provocaron encendidas polémicas en la época.
El Plan de Huergo consistía en la construcción de dársenas abiertas o
dentiformes desde el Riachuelo hacia el Norte, permitiendo ampliaciones
futuras. El de Madero, en cambio, requería la construcción de una serie de
diques cerrados, interconectados mediante puentes. En 1882, bajo la presidencia
de Julio A Roca, el Congreso Nacional aprueba el proyecto de Madero,
desestimando así el presentado por Huergo. El contrato ascendía a 20 millones
de pesos oro sellado.
La obras comenzaron el 1° de abril de 1887 y finalizaron el 31 de marzo de
1898. Sin embargo, en menos de una década las instalaciones portuarias
evidenciaron sus limitaciones, cuando el fuerte crecimiento del intercambio
comercial las volvió claramente disfuncionales, poniendo de manifiesto el tiempo
y los recursos desperdiciados.
Entre 1911 y 1925 comenzó a construirse el Puerto Nuevo , basado en la
propuesta inicial de Huergo, el cual una vez en funciones fue relegando al
diseñado por Madero a actividades cada vez más periféricas, hasta quedar definitivamente
obsoleto. Los docks , los silos y los molinos que hoy caracterizan al barrio
quedaron rápidamente en desuso, dándole al lugar un aspecto sombrío.
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