lunes, 19 de octubre de 2015

El Derecho al Ocio y a la Expropiación Individual – Parte 12


La intención mía en este estudio no es la de hacer la apología de éste o de aquel hecho, sino la de llegar a las raíces del problema, la de defender el principio y el derecho a la expropiación, y el mal uso que ciertos expropiadores hacen del fruto de sus empresas, no destruye el hecho mismo, como le hecho de que existan perfectos canallas que se llaman anarquistas, no destruye el contenido ideológico de la anarquía. Examinemos una más grave acusación, la condena máxima: aquella que sostiene que los actos de expropiación individual atentan contra los principios anarquistas. 

Se ha llamado a los expropiadores, parásitos, ¡y es cierto! Son parásitos; no producen nada. Pero son parásitos involuntarios, forzados, porque en la presente sociedad, no puede haber más que parásitos o esclavos. No hay duda alguna que son parásitos, pero lo que nadie podrá hacer es llamarles esclavos. Los esclavos, en cambio, en su gran mayoría, son también parásitos mucho más costosos que aquellos. 
Y el parasitismo de esta mayoría de productores es mucho más inmoral, cobarde y humillante que aquel de los expropiadores.¿Llamaréis productor, trabajador honrado o parásitos a aquel que está empleado en la fabricación de joyas, de tabaco, de alcohol, u ocupado nel far la … serva al prete? (N. de R. “hacerle de sirvienta al cura”).

Se me dirá que este parasitismo también es impuesto, que la necesidad de vivir nos obliga, a pesar nuestro, a someternos a esta actividad negativa y dañosa. Y con esta pobre excusa, con este cobarde pretexto se gana el pan nuestro, en forma vergonzosa y hasta criminal.


Verdadera complicidad en el delito; criminalidad no inferior a aquella de los primeros responsables: los burgueses. Y después de todo, ¿podréis negar que el rehusarse a colaborar en los embrollos de este régimen criminal, no es mucho más anárquico que el primero? ¿Podréis negar, acaso, que los dos tercios de la población de nuestras metrópolis sean parásitos? Es innegable que si por productores se calculan sólo aquellos que están ocupados en una producción verdaderamente útil, la humanidad, en su gran mayoría, se debe considerar parásita. 
Trabajéis o no trabajéis, si no formáis parte de la categoría de los campesinos o de las pocas categorías verdaderamente útiles, no podéis ser más que parásitos, aunque os creáis trabajadores honrados. Entre el parásito-trabajador que se somete a la esclavitud económico-capitalista y el expropiador que se rebela, prefiero a este último.

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