miércoles, 26 de agosto de 2015

Cómo logró Belgrano la adhesión de todo un pueblo - parte 2


Es así como el ejército realista inició su marcha desde el Alto Perú debiendo soportar en el trayecto algunos conatos subversivos en Cochabamba obligándolo a distraer su atención sobre el objetivo trazado. Aquí encomendó a operar en toda la zona al general Pío Tristán.

Ante el eminente peligro que los españoles de recuperaran estas tierras el Triunvirato decidió trasladar la fábrica de armas instalada Tucumán hacia Córdoba Belgrano no lo juzgó conveniente y el taller continúo funcionando en su lugar de origen y, posteriormente, en un colegio religioso de Los Lules.

A los efectos de buscar un impedimento para que las fuerzas invasoras avanzaran hacia el sur de la actual Bolivia le ordenó a Antonio González Balcarce, en su calidad de jefe de vanguardia, se trasladase hasta Humahuaca y estudiar las posibilidades de apoyar a los patriotas de Cochabamba. En su marcha Balcarce no perdió tiempo en reclutar milicianos formando una caballería gaucha.

Mientras tanto Belgrano en Jujuy hizo bendecir, en la Catedral, una bandera con el propósito de contagiar el sentido de patria entre los vecinos del lugar. No obstante las medidas adoptadas para contener a los realistas dispusieron que los jujeños abandonaran la ciudad sin dejar nada que pudieran aprovechar sus enemigos. El ejército español venía aplastando todo foco de resistencia patriótica desde Cochabamba y decidió que los jujeños abandonaran la ciudad llevando consigo todo tipo de armas, ganado vacuno, caballares, mulares y lanares; levantar la cosecha de las plantaciones y los comerciantes embalar su mercadería y remitirla a Tucumán. Nada debía quedar para los invasores.

Este hombre de gran talento también dictó severas sanciones, imponiendo una férrea disciplina llegando al fusilamiento, para todos aquellos que "por sus conversaciones o por hechos, atentara contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese; a los que imperasen desaliento.
Nada detuvo a Manuel Belgrano en su objetivo, episodio que enorgullece al país con el histórico: "Éxodo Jujeño".

Manuel Belgrano fue el último en ausentarse la ciudad deshabitada. Para acosar a las tropas de Pío Tristán quedó en la retaguardia patriota Eustaquio Díaz Vélez. 

El combate de Las Piedras


En Cobos el hostigamiento adquirió mayor violencia. Los hombres estaban cansados por el duro trajín hasta llegar a desmoralizarlos. Allí el temple de del creador de la Bandera se hizo notar con energía. Mandó a fusilar a dos soldados y aplicarles severos castigos a algunos oficiales. Los realistas envalentonados ante este ejército que se retiraba, el 3 de setiembre de 1812, decidieron cargar sobre la retaguardia.
Inmediatamente Belgrano cambió de posición y atacó a Tristán derrotándolo completamente, dejando en el campo de batalla dos oficiales y cincuenta y ocho soldados muertos, varios heridos, cuarenta prisioneros y ciento cincuenta fusiles. Este combate se lo conoce como el de Las Piedras.

Con esta acción facilitó a Tucumán prepararse para recibir al ejército invasor el 23 del mismo mes en una batalla confusa. Pero las fuerzas del general Belgrano derrotaron completamente al enemigo.

Los españoles reconocieron la derrota, más no admitieron rendirse, y se retiraron hacia Salta.
El Éxodo Jujeño debe figurar en los frisos más altos de la veneración popular por la actitud heroica, donde el aporte de cada uno de los jujeños es el sacrificio que pone el sello excepcional de una acción.

* Por Andrés Mendieta *

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