”Si de este modo logramos sustituir aquel fanático
"Viva la muerte" conque Millán Astray reivindicaba su perversa
doctrina por un "Viva la vida" en rescate de los valores éticos sobre
los cuales esta Nación fue fundada, habremos de darnos por satisfechos...
”Pero la violencia, señores jueces, no era obra exclusiva de
la izquierda revolucionaria como en vano se ha pretendido demostrar en este
juicio.
”Paralela y coetáneamente con aquella aparece en la escena
nacional una organización particularmente siniestra, que nada tuvo que envidiar
a la guerrilla; me refiero a las Tres A, o Alianza Anticomunista Argentina,
grupo terrorista especializado en la supresión de ciertos ciudadanos que
cometían el delito de pensar.
”Curiosamente, desde las esferas oficiales sus integrantes
no eran considerados subversivos, sino una reacción necesaria de defensa
social.
”Pero en este aspecto de la cuestión creo que más útil que
mis argumentaciones es escuchar al almirante Guzzetti, nuestro canciller en
1976, cuando dijo al mundo entero: "Mi concepto de subversión se refiere a
las organizaciones terroristas de signo izquierdista. La subversión o el
terrorismo de derecha no es tal. El cuerpo social del país está contaminado por
una enfermedad que corroe sus entrañas y forma anticuerpos. Esos anticuerpos no
deben ser considerados de la misma forma que se considera un microbio".
”Así también, impúdicamente, se pretende justificar la
existencia de estas bandas en la página 8 del libro El terrorismo en la
Argentina, presentado por la defensa del general Viola.
”Pero la particularidad de estos anticuerpos (mejor sería
llamarlos antihombres), fue la forma indiscriminada en que ejercieron su culto
a la violencia. A cualquier acción violenta de la guerrilla respondían con el
cobarde asesinato de algún político o de algún intelectual de izquierda, en
todos los casos inerme.
”Así atentaron en octubre de 1973 contra el senador Hipólito
Solari Yrigoyen; en 1974 contra el rector de la Universidad de Buenos Aires,
Raúl Laguzzi, matando a su hijo Pablo de cuatro meses de edad; el mismo año
asesinaron a Silvio Frondizi, a los comunistas Carlos Alberto Miguel, Rodolfo
Achen y Enrique Lahm, al ingeniero Carlos Llerenas Rozas y tantísimos otros
más, cuya enumeración no es del caso hacer aquí.
”Pero mucho más grave que la desfachatada justificación
desde el gobierno, es el hecho incontrovertible que las Tres A desaparecen de
la escena a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Porque, señores
jueces, de esa fecha en adelante la más empeñosa búsqueda para detectar un
hecho de esa organización resulta estéril. ¿Por qué? La respuesta es obvia;
porque se integran al Estado. Porque la complicidad tolerante cedió paso a la
acción directa, pasando sus miembros a revistar en los cuadros permanentes de
la represión bajo la forma de las temibles patotas.
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