El 22 de abril de 1985 se iniciaba el juicio a las juntas
militares, un hecho único en América Latina. Los seis jueces que integraron el
tribunal fueron Carlos Arslanián, Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, Andrés
D'Alessio, Jorge Valerga Aráoz y Guillermo Ledesma y tras 17 semanas a lo largo
de las cuales se extendió el juicio culminaron con las condenas de los ex
dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Roberto Viola, Armando Lambruschini,
Raúl Agosti, Rubén Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami
Dozo. A continuación incluimos fragmentos de la acusación de doctor Julio César
Strassera, el fiscal que estuvo a cargo de llevar adelante la parte acusatoria
durante el juicio.
Fragmento de la acusación del fiscal Strassera
Fuente: Diario del Juicio, Editorial Perfil, Buenos
Aires, 1995.
“Señores jueces:
”La comunidad argentina en particular, pero también la
conciencia jurídica universal me han encomendado la augusta misión de
presentarme ante ustedes para reclamar justicia.
”Razones técnicas y fácticas tales como la ausencia de un
tipo penal específico en nuestro derecho interno que describa acabadamente esta
forma de delincuencia que hoy se enjuicia aquí y la imposibilidad de considerar
uno por uno los miles de casos individuales, me han determinado a exhibir, a lo
largo de diecisiete dramáticas semanas de audiencia, tan solo 709 casos que no
agotan, por cierto, el escalofriante número de víctimas que ocasionó , lo que
podríamos calificar como el mayor genocidio que registra la joven historia de
nuestro país.
”Pero no estoy solo en esta empresa. Me acompañan en el
reclamo más de nueve mil desaparecidos que han dejado, a través de las voces de
aquellos que tuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo pero no por
ello menos elocuente testimonio acusador.
”Empero, ellos serán mucho más generosos que sus verdugos,
pues no exigirán tan solo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio.
Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia sirva también
para condenar el uso de la violencia como instrumento político, venga ella de
donde viniere; para desterrar la idea de que existen "muertes buenas"
y "muertes malas" según sea bueno o malo el que las cause o el que
las sufra.
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