lunes, 26 de enero de 2015

CARLOS ENRIQUE JOSÉ PELLEGRINI – Parte 9





Ahora Pellegrini y Roca se enfrentaban ante el problema que significaba la posible inoperancia del presidente Luis Sáenz Peña, que siendo magistrado de la Corte Suprema de Justicia, hombre recto y de claros conceptos de la justicia, no tenía ninguna experiencia en el ejercicio de gobierno alguno, y menos asumir los problemas políticos que se avecindarían, pero los dos eran conscientes que tendrían que ayudar al presidente electo si las circunstancias se presentaran.
El 12 de octubre de 1892, al entregar el mando presidencial, Pellegrini se fue caminando sin escolta y con toda dignidad desde la Casa Rosada hasta su domicilio en Florida y Viamonte, entre los vivas a Alem, pero con gran valentía, actitud que valoraron sus opositores. Paul Groussac, que también acompañó al presidente dijo: “Sólo sentimos ladridos de la jauría en algún punto de este mismo trayecto que dos años antes, cuando no había hecho nada aún, el jefe de estado recorría como triunfador”.
Una vez más se presentaba el hecho que en lo económico la situación iba mejorando notablemente, pero en lo político el gobierno de don Luis no daba pie con bola.
Efectivamente la gestión del ministro de Hacienda, Juan  José Romero y el ministro argentino en Londres, Luis Domínguez, consiguieron mejorar sustancialmente el acuerdo suscripto por Victorino de la Plaza, rebajando considerablemente el pago anual a los acreedores de la Nación, y las deudas de las provincias eran absorbidas por el Estado Nacional, las cuales no se amortizarían hasta 1901 y no se pagarían comisiones.
Además, las crecientes exportaciones de cueros lanas y oleaginosas introdujo en el mercado grandes cantidades de oro que los productores y comerciantes gastaban en el mercado local, lo cual trajo como consecuencia el auge de la economía y el crédito volvía lentamente a recuperarse. Pero, como decíamos, la política era una bolsa de gatos.
Luego de varios cambios de ministros, Miguel Cané, a quien le habían encomendado rehacer el gabinete no lograba conseguirlo proponiéndole al doctor Luis Sáenz Peña que reuniera a Pellegrini, a Mitre y a Roca. La reunión se hizo y el presidente no estaba acostumbrado a semejante ajetreo y, deprimido y cansado, propuso renunciar. La reunión no se lograba encarrilar con algún plan viable. Todos ponían reparos a las propuestas de otros, hasta que al final Pellegrini, molesto dijo: “Si ustedes no pueden gobernar al menos dejen gobernar al Dr. Sáenz Peña”. Y luego de un largo silencio propuso que se llamara al doctor Aristóbulo Del Valle para que lograra la colaboración de Alem.
El 4 de julio de 1893 Del Valle se hizo cargo del Ministerio del Interior y consiguió la colaboración de algunos amigos para integrar el gabinete. Alem le negó toda colaboración al gobierno y el 30 de julio se produjo un levantamiento cívico en San Luis, Santa Fe y Buenos Aires. Yrigoyen partió para la ciudad de Las Flores en donde sublevó a toda la zona central de la provincia, a partir de la toma de las comisarías, para llegar el 4 de agosto a La Plata. Aquí se instaló un gobierno revolucionario al que asumió el doctor Juan Carlos Belgrano. Del Valle reconoció a Belgrano y a Candioti, como gobernadores provisorios de Buenos Aires y Santa Fe, respectivamente. Peor solución para el gobierno nacional no podría haberse logrado. Era el reconocimiento de la violencia y del triunfo radical.
Pellegrini, ausente por una dolencia física, llegó desde Rosario y fue detenido por los revolucionarios, pero es liberado inmediatamente por orden del jefe revolucionario y se dispuso a desatar el nudo, que Roca le achacaba con la designación de Del Valle.
Inmediatamente se movilizó, habló con los legisladores para lograr la intervención de las provincias sediciosas, previo convencimiento del presidente y de los mitristas para que se deshicieran de Del Valle, quien no había podido convencer a Yrigoyen de llegar a un diálogo, y por otra parte, había colaborado con los revolucionarios reconociéndolos gobernadores provisorios. Pellegrini había actuado con acierto y con sorpresa, demostrando que en todos los ámbitos en que se ocupara es prenda de éxito.

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