viernes, 23 de enero de 2015

CARLOS ENRIQUE JOSÉ PELLEGRINI – Parte 2




Carlos Pellegrini nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1846, hijo de Carlos Enrique Pellegrini, de Chambery del departamento de Saboya, en Francia, cercano a Les Charmettes, donde residió Rousseau, y de María Bevans Bright, inglesa.

De la página de internet “Fundación Pellegrini” extraemos este perfil de su juventud: “Como estudiante, Carlos Pellegrini solía aventajar a sus compañeros, aún sin proponérselo. Su tía, Ana Bevans, quien fue su primera maestra, y su padre, quien influyó decididamente en su educación, se empeñaron en enseñarle a pensar con claridad y a expresarse con brevedad geométrica. Cuando tuvo la edad suficiente, ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires. Como todos los jóvenes de su época, sus intereses intelectuales no eran los autores románticos tan populares en la generación anterior sino aquellos más fuertes y ejecutivos que se ocupaban de los asuntos públicos”.

”Ya a los dieciséis años su trabajo escolar “Ruina de las Misiones sobre la expulsión de los Jesuitas de las Misiones del Paraguay” denota su pensamiento objetivo y realista. De entre sus compañeros de colegio, se destaca la amistad que tuvo con Ignacio Pirovano, la que duró toda su vida”.

”Terminados sus estudios secundarios, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, cuando era rector Juan María Gutiérrez. Para ser admitido en la Facultad presentó un trabajo titulado “Disertación sobre Instrucción Pública, principalmente con respecto a las necesidades en la República Argentina”.

En 1865, como todos lo jóvenes estudiosos y patriotas de la época, se incorporó como voluntario en el ejército para combatir en la guerra de la Triple Alianza, como ayudante del capitán Enciso, ascendiendo luego con el grado de teniente.

Terminó para él la guerra al contraer una enfermedad que lo llevó nuevamente a Buenos Aires. Retomó sus estudios universitarios que finalizarían en 1869 con una tesis doctoral sobre “El Derecho Electoral”. En su tesis doctoral, Pellegrini, deja sentado toda una doctrina filosófica sobre el derecho al voto que tienen los ciudadanos; en su desarrollo decía que el voto se debía limitar a los alfabetos, instando al Estado a introducir la instrucción primaria obligatoria, cuya consecuencia sería el aumento del padrón electoral. No coincide con el filósofo inglés, Stuar Mill que defendía el sufragio censitario (para ejercer su capacidad electoral se obligaba a pagar los réditos de un censo), porque, decía Pellegrini, eran los pobres quienes se beneficiaban con las leyes. De acuerdo con la célebre frase de consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill sostenía que “La educación universal debe preceder al sufragio universal”, lo cual estaría indicando una coincidencia de Pellegrini con Mill. Obsérvese que se habla de derecho que el individuo tiene al voto y nunca de obligación, como luego se establecería en la Argentina con la Ley Sáenz Peña.

Nuestro personaje tiene un profundo sentido de la vida afectiva cuando dice: “¡Cuán desgraciado debe ser el que nunca ha querido!”. Esto lo expresa después de haber contraído matrimonio, el 25 de diciembre de 1871, con Carolina Lagos García, de diecinueve años, hija de Juan Isidro Lagos y de Josefa García Arguibel.
La preparación de Pellegrini y su personalidad participativa, interesada en los asuntos públicos, indicaba que el único cauce de su vida sería la política y es así que adhirió al alsinismo, es decir al Partido Autonomista.

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