Según explica Ricardo Ostuni en la revista Historias de la
Ciudad, "la tradición quiere que un antiguo poblador ribereño le haya
legado el nombre. La revista Fray Mocho publicó en 1912 la fotografía de un
centenario ombú sombreando el rancho del Viejo Vega a las orillas del arisco
arroyo, conocido también como San Martín y Blanco Encalada".
A cauce abierto fue un arroyo peligroso por sus desbordes,
que solían arrastrarlo todo a su paso. En 1869, la Corporación Municipal aprobó
la apertura de una zanja que permitiera dar la salida a las pestilentes aguas
estancadas luego de las inundaciones.
Recién quince años más tarde se dispuso nivelar el terreno y
practicar desagües a lo largo de su recorrido, tarea que estuvo a cargo del
ingeniero Armando Saint-Yves.
En las memorias del intendente Bollini (1890/92) puede
leerse sobre el primer intento de canalización que no llegó a concretarse:
"Me di cuenta del peligro que para el lugar y para las aguas corrientes
ofrecía el Arroyo Vega que desemboca en el río a corta distancia del punto de
toma".
"Concreto es su malísimo estado, causado por el desagüe
de las fábricas instaladas en el Bajo Belgrano. Pretendí llevar a cabo la
canalización, para nivelar y facilitar su desagüe pues por él corren las aguas
pluviales de una gran extensión de la Capital de la parte limítrofe de la
Provincia de Buenos Aires. Como no se entregara por el gobierno la draga
solicitada, nada se hizo. Ordené enseguida se cortasen los caños de las
fábricas y se desconoció la medida pues no existe ley en qué apoyarla.
VIDA POBRE
Su curso estaba poblado por pobres caseríos. En Blanco
Encalada entre Miñones y Artilleros se encontraba el almacén y despacho de
bebidas "La Miseria", en obvia alusión a su imagen.
Cerca de allí, sobre la misma calle Artilleros, sobre una de
las márgenes del puente "El Aburrido", se levantaba "El Palacio
de Cristal", sarcasmo con el cual se conocía un conventillo de latón en
cuyos dos pisos y en treinta habitaciones, vivía un conglomerado de familias
rusas e italianas.
Recién en 1912, después de las grandes inundaciones del año
anterior -donde el agua sobrepasó el metro y medio de altura por sobre el
puente de Cabildo y Blanco Encalada -, comenzaron las primeras obras de
canalización y desagües.
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