Hace unos días, en ocasión de un nuevo aniversario de la
muerte de Evita, recuperamos el rol de la mujer como militante social y como
referente de un compromiso de lucha. Esta vez, las efemérides de luchas
sindicales recuerdan un episodio en el que las mujeres fueron claras
protagonistas. El 2 de agosto de 1907 comenzó en Buenos Aires un
hecho histórico que marcó un antes y un después de una crisis social que se
estaba desarrollando en la ciudad: el de la vida en los conventillos. La huelga
de los inquilinos fue un hito que descubrió, para muchos, la verdadera cara de
una ciudad en la que, por entonces, la oligarquía quería imponer la idea de que
se estaba logrando imitar a París.
Por debajo de esa imagen que brindaban los grandes palacios
de la Recoleta, comenzaba a gestarse un movimiento de miles y miles de
trabajadores que luchaban por condiciones de vida dignas. La investigadora del
Conicet Silvia Pascucci hizo una profunda investigación sobre el contexto que
marcó a la huelga de los inquilinos. Algunos datos son concluyentes: "El
Censo Municipal de 1904 registra que el 22% de los conventillos de la Ciudad de
Buenos Aires (559) no poseía ningún tipo de baño. También indica que existían
11,5 personas por casa en la Capital Federal, casi todas ellas de un solo piso.
La estadística nos informa que de los 950.891 habitantes de la ciudad, 138.188
vivían en las 43.873 habitaciones que componen las 2462 casas de inquilinato
porteñas; es decir que más del 10% de la población se albergaba en
conventillos.
Según informes de la época, del total de gastos para una
familia obrera de cinco personas, el alquiler representaba casi el 30% y este
porcentaje era del 20% para un obrero soltero. Hacia 1907, el precio de una
pieza triplicaba el de 1870. Muchas personas que no habían encontrado o no
podían pagar una habitación, debían someterse a sistemas tortuosos para dormir,
si se lo puede llamar así. Uno de ellos era el método de cama caliente: en el
patio se improvisaban colchones que se alquilaban por hora. También la llamada
maroma, que consistía en una cuerda que atravesaba la pieza, sobre la que se
apoyaban las axilas y se dormía de pie o sentado en un largo banco." En
ese contexto, el agosto de 1907 la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires
decide un incremento de impuestos para el año siguiente. De inmediato, los
propietarios trasladaron esos costos a los alquileres. Uno de esos propietarios
era Pedro Holterhoff, quien se encontró con una rebelión su conventillo,
llamado Los Cuatro Diques. Allí se conformó un comité de huelga que comenzó
extendiéndose por toda la ciudad y luego sumó adhesiones en todo el país.
Es imposible explicar esta historia de resistencia sin
reseñar la virulencia de la represión policial. Y fue entonces que las mujeres
se convirtieron en un emblema de esta lucha, ya que la policía atacaba a los
conventillos siempre en los horarios en los que los hombres de las casas se
habían marchado a sus trabajos. Las mujeres no sólo resistían estos embates con
escobas y piedras sino también con militancia y compromiso. En esos días, dos
de las referentes de la resistencia de los inquilinos eran la dirigente Juana
RoucoBuela, del Centro Anarquista Femenino, y Virginia Bolten, años después
directora del periódico La Voz de la Mujer. Detrás de ellas se incorporaron
a la militancia cientos de mujeres que soportaron con enorme valentía la
lucha y la represión.
Dos meses después de iniciada la huelga, 140 mil inquilinos
de 750 conventillos estaban en conflicto y el reclamo había llegado hasta
Mendoza, Bahía Blanca, Rosario, Mar del Plata y Córdoba. El 22 de octubre se
produjo un hecho que marcó el desenlace de la huelga: la policía –conducida por
el coronel Ramón Falcón– inició una nueva ofensiva que dejó la muerte de un
joven obrero anarquista, Miguel Pepe, durante un enfrentamiento en el
conventillo Las Catorce Provincias, de San Telmo. Su funeral fue un acto
popular multitudinario que, de algún modo, marcó el final del conflicto. La
Sociedad Corporación de Propietarios y Arrendatarios de la Capital acordó
algunas mejoras en las condiciones de los inquilinos que fueron cumplidas
parcialmente. Aquellos conflictos pueden ser vistos como escenas de un tiempo
que pasó. Pero actualmente, sólo en Buenos Aires, hay 343 mil hogares –no todos
en un marco formal, además– que están constituidos por inquilinos y que, de un
modo u otro, también siguen padeciendo en muchos sentidos las dificultades de
una legislación que no los protege suficientemente frente a las condiciones
cada vez más rigurosas del mercado.
Diario Tiempo Argentino 29/7/2014
http://www.diasdehistoria.com.ar/content/conventillos-la-huelga-de-inquilinos-en-1907
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