El 6 de diciembre de 1855, el gobierno de la provincia de
Buenos Aires aprueba el proyecto del trazado del nuevo pueblo de Belgrano, que
fuera presentado por el Departamento Topográfico y realizado por el
ingeniero Saturnino Salas.
En dicho proyecto figuraban la superficie de la población,
las calles con sus respectivos nombres y otras importantes disposiciones para
el futuro pueblo. Con respecto al cementerio, en un párrafo del documento
establecía: “En cuanto al sitio en que deberá establecerse el Cementerio, que
más adelante pueda llegar a ser muy necesario, proveerá ulteriormente la
Municipalidad”.
La instalación del primer cementerio que tuvo el pueblo de
Belgrano estuvo muy ligada a la construcción de la parroquia de la
Inmaculada Concepción, ya que cuando la Comisión Municipal solicitó
al Obispado de Buenos Aires la creación de la misma, debió cumplir uno de los
requisitos necesarios que era la creación de un camposanto.
El 21 de enero de 1860 la Municipalidad comunicó al Obispado
de Buenos Aires que ya había finalizado la construcción del cementerio y que
éste estaba ubicado donde actualmente se halla la manzana de forma irregular
delimitada por las actuales calles Blanco Encalada, Zapiola, Monroe y avenida
Ricardo Balbín; cabe señalar que el mismo estuvo habilitado hasta 1875.
El 11 de marzo de 1871 con el objeto de instituir un nuevo
cementerio, el gobierno de la provincia de Buenos Aires dispuso por decreto que
el Juez de Paz de Belgrano procediera a conceder los terrenos de la
Chacarita de los Colegiales, que se hallaban bajo la jurisdicción de dicho
partido.
El motivo de dicho pedido residía en la urgencia de habilitar
un nuevo enterratorio ya que los existentes en la Ciudad de Buenos Aires habían
sido clausurados por encontrarse colmados a raíz de la epidemia de fiebre
amarilla que devastó a la ciudad en los primeros meses de ese año.
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