martes, 24 de junio de 2014

JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN: TESTIGO PRESENCIAL – Parte 1




Testimonio de Juan C. Centurión 

Trascripción de la carta de don Juan C. Centurión, testigo y actor de Cerro Corá, dirigida a José C. Soto, Director del “Álbum de la Guerra del Paraguay”: 

Señor don José C. Soto Director de "El Álbum de la Guerra Del Paraguay'.

Muy señor y amigo:

"Deseoso de cooperar con el noble propósito de su importante publicación, cual es, ayudar al esclarecimiento de la verdad histórica y a la vez enderezar los errores que se contienen en las publicaciones hechas hasta el presente sobre el combate último en Cerro Corá, escritas de datos recogidos de fuentes no siempre fidedignas, voy a permitirme referirle a Ud. aquel suceso, de que he sido testigo presencial y actor al mismo tiempo".

"Los restos del Ejército Nacional que acompañaban desde Ascurra al mariscal López, llegaron a Cerro Corá profundamente quebrantados en su moral y espíritu, por las excesivas penurias y fatigas que imponía una marcha tan prolongada, llena de todo género de privaciones y con escasísimos elementos de movilidad. A medida que aumentaba la miseria, iba decayendo más y más el ánimo hasta el grado de hallarse todo el mundo dominado por el más completo desaliento".

"Sin duda, López, buscando medios de reanimarlos algún tanto, aunque era cuestión difícil cuando la causa principal del mal era el hambre, concibió la idea de distribuirles medallas en premio de la lealtad y constancia de que dieron una prueba tan relevante en aquella penosa campaña".


"Con este propósito, a fines de febrero de 1870, mandó reunir a los principales jefes y oficiales del ejército, y él sentado en una silla, y aquellos sobre la gramilla frente al cuartel general, formando un gran semicírculo, les expresó con palabras elocuentes la pena que torturaba su corazón al ver que se hacían correr voces de que él intentaba pasarse a Bolivia. Rechazó con energía esa suposición, que dijo comportaban un desconocimiento de su lealtad y patriotismo, manifestando que él había jurado ante Dios y el mundo defender a su patria hasta la muerte y que estaba dispuesto a cumplir su juramento. Luego se extendió largamente sobre los deberes y sacrificios que imponía el patriotismo, en presencia de la sangre aún humeante que humedecía los campos de batalla, donde, decía, tantos ciudadanos han sacrificado sus vidas en defensa del suelo patrio, legando así a la posteridad un ejemplo y un timbre de gloria que recordará sus nombres en el templo de la inmortalidad. Habló también del enemigo, de las pretensiones tradicionales del Imperio sobre estos pueblos, relatando algunos chistes para producir hilaridad entre los que le escuchaban".


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