—¿Cómo fue la ceremonia?
—Fue una ceremonia
simple. No era difícil. Era un rito llamado al orecchio del maestro (al oído
del maestro).
Gelli no titubea
sobre los recuerdos de cuatro décadas atrás, a pesar de sus 89 años de edad.
Pocos personajes en el mundo fueron vinculados a una cantidad semejante de
conspiraciones como las atribuidas al capo de la P2. La comisión del Parlamento
italiano que lo investigó le endilgó contactos con servicios secretos de 32
países. Se le imputó en 1971 la participación en un intento de golpe de Estado
contra el gobierno italiano, en connivencia con los servicios secretos del
Ejército. Además fue identificado como miembro de la agrupación internacional
anticomunista Gladio, a la cual se atribuyen atentados en diferentes países.
Investigaciones periodísticas lo asociaron también con la misteriosa muerte del
papa Juan Pablo I y con el escándalo del Banco Ambrosiano, que terminó con el
banquero Roberto Calvi colgado del puente Blackfriars de Londres.
Cuando se ausenta
de su casa, una amable ama de llaves responde al teléfono: “Il commendatore non
si trova”. Y ofrece el día exacto en que su patrón regresará a la mansión
solitaria de Arezzo, que lleva el nombre de su fallecida esposa, Wanda, con
quien se casó en 1944.
En los tiempos de
su exilio español, y antes de su tercer gobierno, Perón se valió de Gelli para
reconstruir su vínculo con el Vaticano y para utilizarlo como nexo cuando
intentaba recuperar el cadáver de Evita, que había sido ocultado en un
cementerio de Milán con el nombre falso de María Magistris. A la vez, Gelli
desplegó en Argentina sus influencias a través de José López Rega, primero, y
luego de sus aliados del Ejército, como el ex presidente de facto Roberto Viola
y el jefe de los servicios secretos de la dictadura, Guillermo Suárez Mason.
Cuatro décadas después, Gelli custodia en su memoria los secretos sombríos de
la historia de Italia y de América latina.
Frases al teléfono.
De pronto, tras insistentes llamados desde Buenos Aires que comenzaron un año
atrás, Gelli atiende en octubre de 2007 a PERFIL, un hecho excepcional habida
cuenta de la reserva con que conserva su vida privada y los escasos contactos
que ha mantenido con el periodismo. Se muestra dispuesto a dialogar. Pero no
ahora.
“¿Se viene a
Italia?”, propone inesperadamente unos días después, en otro diálogo. Suena
genuino en su ofrecimiento. Es necesario correr. Sacar los pasajes. Arreglar el
alojamiento. Y cuando todo comienza a tomar forma, Gelli suspende la
entrevista. Argumenta que tiene demasiado trabajo. Es verdad, unos ejecutivos
de Sony negocian con “il Venerabile” la cesión de los derechos para filmar una
película sobre su vida que, según afirman las agencias internacionales,
protagonizaría George Clooney. La oscuridad se banaliza.
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