sábado, 1 de febrero de 2014

Riachuelo, antes de la contaminación – Parte 1


Mucho antes de la disputa Huergo-Madero por la localización y forma del puerto de Buenos Aires, la zona costera y el Riachuelo específicamente cumplieron un rol central en la relación de la actual Buenos Aires con el mundo. Esta ciudad lleva el puerto en su genética, y hasta podría decirse que la conformación del país es resultado de su función articuladora en lo comercial, porque determina el desarrollo urbano y de los medios de transporte a lo largo del tiempo.
Antes de fundarse la ciudad, se creó el puerto de Santa María de los Buenos Aires. Las primeras imágenes que se conocen de la ciudad la ponen en relación con el río. Su crecimiento como capital virreinal y nacional tiene que ver con el comercio (incluido el ilegal). Las pujas políticas entre unitarios y federales tienen a las rentas de aduana y a la navegación de los ríos como elementos centrales. Resistencias de España primero, falta de recursos y guerras civiles después fueron demorando las obras necesarias.

En la colonia no hubo grandes avances. El único proyecto que creció parcialmente fue el de Pedro Antonio Cerviño: un muelle de 200 metros construido en el Bajo de la Merced. Pero sólo se construyeron 70 metros, que fueron destruidos por un temporal en 1805.

Buenos Aires tuvo en la primera mitad del siglo XIX un puerto informal, que en realidad era un fondeadero o embarcadero de poca profundidad frente a la ciudad. Los barcos paraban a varias millas de la costa, para que embarcaciones de poco calado ingresaran al río a retirar la carga y los pasajeros de los barcos. La ausencia de instalaciones modernas finalizó con la puja Huergo-Madero, que a su vez marcó para siempre el diseño urbano de la ciudad capital.


Lo cierto es que Buenos Aires y el puerto son dos entidades inseparables. La idea de la Argentina empieza a nacer justamente por la imposibilidad de comerciar, que es parte crucial de los reclamos que terminan en la Revolución de Mayo de 1810. Y el Riachuelo, hoy sólo famoso por su contaminación, tiene un enorme significado histórico en este proceso. Sede del primer puerto, y hasta algunos piensan de la original Buenos Aires (la de Pedro de Mendoza), este afluente del Río de la Plata emerge como referencia obligada para pensar el devenir histórico del país y del comercio.

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