martes, 21 de enero de 2014

Córdoba y la Revolución de Mayo - Parte 1





"La Revolución de Mayo fue hecha por Buenos Aires y para Buenos Aires, sin las provincias y contra las provincias. [...]

La Revolución de Mayo ha creado el Estado metrópoli, Buenos Aires, y el país vasallo. El uno goza del tesoro, el otro lo produce."
Juan Bautista Alberdi Escritos Póstumos, tomo V
Cuando la noticia de los acontecimientos de mayo de 1810 llegó a Córdoba, el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha resolvió convocar en su casa a una reunión de notables para decidir la actitud a adoptar. Si bien existían versiones de una posible conspiración en la capital del virreinato, la novedad causó sorpresa y asombro. El cabildo porteño, una institución de alcance meramente municipal, había depuesto al virrey y designado por sí nuevas autoridades, sin tan siquiera consultar a las demás ciudades.

Con la única excepción del deán de la Catedral, doctor Gregorio Funes, todos los asistentes a la reunión se manifestaron en favor del rechazo de las nuevas autoridades y de la restitución del virrey. Los argumentos del deán para defender a los revolucionarios no pudieron ser más endebles, por antijurídicos. "No son las leyes -dijo entonces- ni los derechos los que deben salvar esta república, sino las fuerzas reales". Una apelación al derecho de la fuerza. Un año más tarde advertiría el célebre deán su error, cuando las autoridades porteñas lo destituyeron y encarcelaron.

Advertido del envío de un ejército desde Buenos Aires, el cabildo cordobés escribió a la Junta encareciéndole "se sirva suspender absolutamente su expedición porque su venida, como no necesaria, produciría el desorden y conmoción popular en gravísimo perjuicio del público sosiego".

La Junta respondió con prepotencia, "previniendo que no se alegue ignorancia si se insiste en no reconocerle", y ordenando suspender al gobernador en su cargo. El cuerpo rechazó tal imposición "por ser contraria a la de este gobierno", y decidió aceptar la propuesta del virrey del Perú de reincorporarse a dicho virreinato, al que había pertenecido por espacio de 237 años, "en atención a que en la capital de Buenos Aires no existe legítimo representante de la autoridad del Excmo. Señor Virrey".

Gutiérrez de la Concha y Liniers organizaron la resistencia, con la colaboración del ex gobernador Victorino Rodríguez; del comandante de armas, coronel Santiago Alejo de Allende; del tesorero de la Real Hacienda, Joaquín Moreno y del obispo Rodrigo Antonio de Orellana. El 31 de julio, ante la inminente llegada de 1.150 hombres al mando del coronel riojano Francisco Antonio Ortiz de Ocampo e impedidos de enfrentarlos, huyeron hacia el norte para unirse a las fuerzas que el mariscal Nieto preparaba en el Alto Perú.

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