martes, 28 de mayo de 2013

Tigre, antiguo pago de Las Conchas – parte 2


Según la Reseña Histórica del Partido de las Conchas de Enrique Udaondo (en la que se basa esta síntesis) “el pueblo de Las Conchas llegó a su apogeo comercial a fines del siglo XVII, y era tal la afluencia de buques que en la memoria que presentó al rey de España el virrey de Buenos Aires, Marqués de Loreto, en febrero de 1790, hace mención de ello”. En 1790 ya funcionaban nueve aserraderos y un astillero en lo que un día todavía lejano se llamaría Tigre.
En agosto de 1806, el capitán Santiago de Liniers encontró de extrema utilidad desembarcar en el puerto de guardia frente a la casa de Goyechea con una fuerza expedicionaria que desalojaría a la primera invasión inglesa de Buenos Aires. A raíz del desembarco de Liniers, el riachuelo o río de las Conchas perdería a mediados del siglo XX su nombre monárquico, adoptándose el más republicano de río de la Reconquista.

En 1812, en Las Conchas quedaban 60 familias, en su mayoría pescadores, labradores y comerciantes de frutas. Los habitantes, además de las invasiones de ingleses, portugueses o españoles, sufrían las repetidas invasiones de las aguas: en 1813 se menciona “nuevos ríos que se van formando, como es el que llaman el Tigre”. Según Enrique Udaondo, en un plano de 1805 el nombre del Tigre aparecía como “un arroyito insignificante”.
El proceso natural que terminaría con Las Conchas y daría origen a Tigre culminó en 1820. Una sudestada, que provocó una creciente entre el 19 y el 20 de junio, se llevó el pueblo con más de un centenar de sus almas, y abrió definitivamente un nuevo curso fluvial, transformando el insignificante arroyito del Tigre en un cauce capaz de recibir las naves que hasta entonces hacían puerto en el río Las Conchas, que el Tigre desangró de su caudal.
El río viejo no desapareció, pero quedó impracticable y su puerto languideció, pues además de haber aparecido otro mejor, la península donde se encontraba se había transformado en una isla. Pero había nacido Tigre.
En 1827, a raíz de la guerra con Brasil (que tenía una flota en el Plata), el gobierno de Rivadavia prohibió “los desembarcos por otros puntos que no sean los de las Conchas, Tigre y Canal de San Fernando”.
Durante el gobierno de Rosas, el general Angel Pacheco y de la Concha compró la gran estancia de El Talar en el pago de Las Conchas, tierras que antes pertenecían a López-Camelo.


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