viernes, 8 de marzo de 2013

Campo de Mayo – parte 3

 

Desde entonces se instauró lo que se denominó ‘década infame’, hasta que en el ‘43, cuando se estaba en las puertas de una nueva elección presidencial, hubo un nuevo golpe de estado. El entonces presidente Ramón Castillo se mantenía neutral ante la Segunda Guerra Mundial, neutralidad que desde el lado aliado se veía como cierta tolerancia con el nazismo. Cuando trascendió que Castillo había mencionado como su sucesor al terrateniente salteño Robustiano Patrón Costas, un hombre simpatizante con el sector aliado, varias conspiraciones venían tejiéndose entre los oficiales de Campo de Mayo, algunos con tendencias pro aliadas, otros neutralistas, que de esa manera ocultaban su filonazismo.
La excusa para el golpe de estado fue el pedido de renuncia que había hecho Castillo al ministro de Guerra, general Pedro Ramírez, a quien algunos militares mencionaban como el candidato ideal para las próximas elecciones. Ramírez relató su situación a sus pares en Campo de Mayo, y todos los militares vieron un agravio al Ejército. Militares nazis, los miembros de la logia GOU y los antiguos seguidores del general Justo tenían sus razones para derrocar a Castillo. Al día siguiente Ramírez entregó su renuncia al presidente, mientras que desde Campo de Mayo salían las tropas que reemplazaron a Castillo por el general Arturo Rawson, quien días más tarde fue reemplazado por el propio Ramírez.

La interna militar motivó que al año siguiente asumiera la presidencia el general Edelmiro Farrell, y como vicepresidente fue designado un oficial perteneciente al GOU, el coronel Juan Domingo Perón, quien venía acumulando poder a través de la secretaría de Trabajo y Previsión Social, con una política de seducción con trabajadores y sindicalistas

El 9 de octubre de 1945, la guarnición de Campo de Mayo, luego de deliberaciones, asambleas y presiones, le exigió al presidente Edelmiro Farrel que alejara a Perón de la vicepresidencia y de todos los cargos que ejercía. Fue el inicio del fin del gobierno militar, que tuvo su pico el 17 de octubre del ‘45, y culminó con la llegada de Perón al poder en las elecciones del ‘46.

La década peronista culminó en septiembre del 1955, estando el eje del golpe de estado en la ciudad de Córdoba y en bases de la Armada. Pero Campo de Mayo tomará un protagonismo trágico cuando, al año siguiente, militares y civiles peronistas intenten recuperar el poder de la mano del general Juan José Valle. En la noche del 9 de junio se produjo la fallida revolución, y uno de los puntos a ocupar era la guarnición de Campo de Mayo, teniendo a oficiales y suboficiales del acantonamiento como colaboradores. Pero la operación perdió el efecto sorpresa, siendo detenido el coronel Ibazeta y un grupo de colaboradores. El gobierno, encabezado por el general Pedro E. Aramburu, decretó la Ley Marcial fusilando a los que detuvieron y los que iban a detener, mayores y menores de edad, conspiradores o no.
Hubo fusilados en la escuela industrial de Avellaneda, en la Escuela de Mecánica, en la Penitenciaría Nacional, en un basural de José León Suárez. El periodista y escritor Rodolfo Walsh, en la revista CGT de los Argentinos, escribe: “En Campo de Mayo se constituye un tribunal militar que no encuentra motivos para aplicar la Ley Marcial a los allí detenidos. Pero la orden llega de la Presidencia de la Nación y el general Lorio la obedece, pese al fallo del Tribunal: son fusilados los coroneles Eduardo Cortínez y Ricardo Ibazeta, los capitanes Néstor Cano y Eloy Caro y los tenientes Néstor Videla y Jorge Noriega”.

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