miércoles, 7 de noviembre de 2012

José Hernández, de pies a cabeza - parte 1






Nacido el 10 de noviembre de 1834, en lo que hoy se conoce como Villa Ballester (partido bonaerense de Gral. San Martín), José Rafael Hernández y Pueyrredón colaboró de chico con su padre, capataz de estancia, y con gran capacidad autodidacta pronto se convirtió en instructor del estanciero para quien trabajaba. A los veinte años, se integró a las filas antirosistas de Justo José de Urquiza.

Con posterioridad, en 1870, ya casado y padre de siete hijos, participó de las rebeliones federales junto a Ricardo López Jordán. Luego de un breve exilio en Brasil, trabajó como periodista en El Río de la Plata, El Nacional Argentino y La Capital de Rosario, entre otros, y más adelante alcanzó a defender las ideas federales como diputado y senador. En sus notas, discursos y poemas, abordó la cuestión del indígena y del gaucho y criticó las ideas “civilizadoras” de Sarmiento. Matraca -como le decían, por ser corpulento y de voz resonante- buscó a través de sus escritos conectar la “cultura culta” y la popular.

El hombre por quien cada 10 de noviembre se festeja el Día de la Tradición, fallecería a los 51 años, el 21 de octubre de 1886. ¿Cómo recordar a José Hernández? Muchísimo es lo que se ha escrito sobre su persona, mucho más sobre su gran creación, ese paradigma de la literatura gauchesca que es Martín Fierro, con lecciones de vida que no perecen. Pero pocas obras han ingresado tanto en el personaje histórico como el trabajo de Roque Aragón y Jorge Calvetti, encargado por Eudeba, allá por los años 70.

Premiado con el primer reconocimiento en el Concurso centenario del Martín Fierro, en 1972, el trabajo nos enseña las flaquezas y las virtudes de un hombre de acción. Pero mucho más, el fragmento que acá presentamos nos describe al hombre entero, de pies a cabeza, nos los muestra comiendo, escribiendo, fumando… He aquí el auténtico José Hernández.

Fuente: Roque Raúl Aragón y Jorge Calvetti, Genio y figura de José Hernández, Buenos Aires, Eudeba, 1972, págs. 54-59.

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