viernes, 28 de septiembre de 2012

Manuel Belgrano y el "sepulcro de la tiranía" en Tucumán - parte 3

Pero lo que hace más gloriosa esta batalla fue, no tanto el heroísmo de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia americana. 
Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del Gobierno, se retira, las provincias del Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la República Argentina. Posesionado el enemigo de Jujuy, Salta y Tucumán, podría haber levantado un ejército mayor que el que podía oponérsele, remontando su caballería con naturales de aquellas localidades, que tan dispuestos son para la guerra. 

Derrotado el ejército patriota, el camino hasta Santa Fe quedaba libre. El enemigo con su caballería remontada, reforzado por Goyeneche que podía disponer de 2.000 hombres más, y dueño de un vasto territorio, habría puesto en campaña con el prestigio de la victoria, un ejército de seis a siete mil hombres, extendiendo sus conquistas hasta Córdoba, en momentos en que la opinión pública de las provincias estaba completamente desmoralizada. Las fuerzas revolucionarias reconcentradas sobre la margen occidental del Paraná (según las órdenes del Gobierno, que ya habían empezado a ejecutarse), se hubieran visto obligadas a abandonar la Banda Oriental, el Entre Ríos, Corrientes y Misiones, bajo los auspicios desconsoladores de una derrota. 

Es probable que entonces Buenos Aires hubiera puesto en campaña un ejército igual o mayor que el de Goyeneche; pero éste, de acuerdo con la plaza de Montevideo, que con el dominio que tenía de las aguas le era fácil desembarcar de 1.000 a 1.500 hombres de buenas tropas en cualquier punto del Paraná, podía en todo evento hacerse fuerte en Santa Fe, y circunscribir la revolución al solo territorio de Buenos Aires. Es probable que en tal situación los portugueses hubiesen roto el armisticio, cooperando con Goyeneche, según se lo habían ofrecido. Una batalla podía sólo resolver esta situación, pero podía decidir de la suerte de las provincias unidas, aunque más tarde se hubiesen levantado, como sucedió en otras partes de América; pero antes de tener lugar este acontecimiento, y por poco que la guerra se prolongara, Buenos Aires quedaba solo en la palestra revolucionaria.

Chile, cortadas sus comunicaciones con las provincias argentinas, habría sucumbido aislado, como sucumbió más tarde en condiciones más ventajosas a mediados de 1814. El triunfo de Salta, el paso de los Andes, las batallas de Maipú y Chacabuco, la expedición sobre Lima, el auxilio prestado por San Martín a Bolívar, no hubieren tenido lugar, o por lo menos se habrían retardado. 
Robustecido con él estos triunfos el Bajo Perú, centro de la reacción realista, irradiando su influencia al Sur y al Norte del continente americano, la gran lucha de propaganda externa por medio de la intervención armada, se postergaba para un tiempo indefinido. Bien que la emancipación del Nuevo Mundo fuera un hecho fatal, que tenía que cumplirse más tarde o más temprano, no puede desconocerse que derrotado el ejército patriota en Tucumán, la revolución argentina quedaba en grave peligro de ser sofocada por el momento, o por lo menos localizada en los estrechos límites de una provincia, privada de aquel gran poder de expansión que le hizo llevar sus banderas victoriosas hasta el Ecuador, dando origen a cuatro nuevas Repúblicas, que sin su concurso habrían continuado por largos años bajo la espada española. 

Y si se piensa que todas las revoluciones de la América del Sur fueron sofocadas casi a un mismo tiempo (1814-1815), menos la de las provincias unidas; y se medita que sofocada o circunscrita la revolución argentina, o simplemente paralizada en su acción externa, las expediciones sobre Montevideo, Chile, Lima, Alto Perú y Quito no habrían tenido lugar, fuerza será convenir también que en los campos de Tucumán se salvó no sólo la revolución argentina, sino que se aceleró, si es que no se salvó en ellos, la independencia de la América del Sur.

En presencia de estos grandes resultados, se ve que Belgrano hizo bien en desobedecer las órdenes de retirada, y arriesgar una batalla de dudoso resultado, puesto que el triunfo era la salvación, y la retirada importaba tanto como la derrota oscura del que sucumbe sin combatir.
www.elhistoriador.com.ar

No hay comentarios.:

Publicar un comentario