jueves, 27 de septiembre de 2012

Manuel Belgrano y el "sepulcro de la tiranía" en Tucumán - parte 1

Al año de triunfos y de expansión que siguió a mayo de 1810, sucedió en 1812 un período crítico, con la guerra en dos frentes, en el norte y en la Banda Oriental, sin mandos experimentados, sin ejércitos organizados, sin armamentos ni recursos. A comienzos de 1812, Manuel Belgrano fue designado al frente del Ejército del Norte, en reemplazo de Pueyrredón. Hacia fines de junio, en retirada, el ejército revolucionario evacuó Salta y Jujuy, cuando tuvo lugar el denominado “éxodo jujeño”. Instalado en Tucumán, Belgrano disponía de no más de mil seiscientos hombres, mientras el ejército realista bajaba ganando posiciones.

Luego de un efímero triunfo en Las Piedras, actual provincia de Salta, a comienzos de septiembre, se produjo el espectacular triunfo en Tucumán, en el Campo de las Carreras. Alentado por los reclamos de la población tucumana, Belgrano había decidido desobedecer las órdenes impartidas desde Buenos Aires de disponer la retirada y mantuvo posición, esperando la batalla. La victoria fue decisiva. Días más tarde, Belgrano informaba al gobierno en Buenos Aires que se habían capturado siete cañones, tres banderas, un estandarte, cincuenta oficiales, cuatro capellanes, dos curas y seiscientos prisioneros, produciéndose además cuatrocientos muertos. También subrayaba la heroica participación de los hijos de Salta, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán.

Luego de la importante victoria, en la que también se destacó Manuel Dorrego, Belgrano se dedicó a instruir y armar a sus tropas, esta vez con la renuencia del recién constituido II Triunvirato, y avanzó hacia Salta, donde también derrotó a los realistas, ya en febrero de 1813, retomando el control de la región. Entonces, la Asamblea Constituyente premió a jefes y soldados y obsequió a Belgrano un sable con guarnición de oro y cuarenta mil pesos señalados en valor de fincas fiscales. Pero Belgrano respondió con abnegación y desinterés: el dinero –creía- degradaba la virtud y el talento entregado en defensa de la revolución.

Cuando a los pocos días de la decisiva victoria en Tucumán, Belgrano pasó informe al gobierno porteño de las razones de la victoria, aseguró que la retirada que se había ordenado desde Buenos Aires habría puesto en fuga al ejército, con la consecuente pérdida de recursos materiales y humanos, provocando ello una derrota humillante y hasta su segura captura. Así lo explicaba: “…en estas circunstancias que ya he reflexionado demasiado, que las he discutido con los oficiales de mayor crédito y conocimientos, no he hallado más que situarme en este punto y tratar de hacer una defensa honrosa, de la que acaso podemos lograr un resultado feliz, y si no es así, al menos habremos perdido en regla, y no por el desastre de la retirada”.

La victoria en Tucumán no resultó episódica. Todo lo contrario. En recuerdo de aquella gran batalla, traemos las palabras de Bartolomé Mitre quien, elogiando a Belgrano, aseguró que “en los campos de Tucumán se salvó no sólo la revolución argentina, sino que se aceleró, si es que no se salvó en ellos, la independencia de la América del Sur”. Como diría Belgrano, aquella jornada resultó determinante para el “sepulcro de la tiranía”.
Fuente: Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y la independencia argentina, Tomo 2, Buenos Aires, Félix Lajouane Editor, 1887, págs. 128-131.

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