lunes, 17 de septiembre de 2012

El Primer Triunvirato – parte 1


El morenismo no terminó con la muerte de su líder. Quedaba el Regimiento de la Estrella, comandado por Domingo French, Hipólito Vieytes, sustituto de Moreno en la secretaría de la Junta, y otros vocales como Azcuénaga, Matheu y Rodríguez Peña. El centro ideológico del morenismo era el “Club”, que nucleaba a jóvenes que admiraban el ideario y los métodos de la Revolución Francesa. Estos jacobinos criollos se distinguieron por una escarapela azul y blanca, primera ocasión en que aparecen ostensiblemente los colores nacionales, se reunían en el café de Marcos, y Esteban de Luca les había compuesto una “Marcha Patriótica”, una especie de “marsellesa” rioplatense que cantaban enfervorizados. Predominaba en el grupo un porteñismo recalcitrante, que veía en los diputados provinciales ingresados a la Junta y en Saavedra, a sus enemigos por excelencia. En marzo de 1811 formaron la Sociedad Patriótica y Literaria, y unidos a militares como French, Beruti, Terrada y otros, entraron a conspirar.

En la noche del 5 y 6 de abril alrededor de cuatro mil orilleros de la ciudad de Buenos Aires, esto es, quinteros y pequeños hacendados de los arrabales, bajo la jefatura del alcalde de barrio Tomás Grigera, y el Dr. Joaquín Campana, salieron al cruce de los planes de estos jóvenes hijos de la burguesía porteña, exigiendo al Cabildo, entre otras cosas, la separación de los miembros morenistas de la Junta, Vieytes, Azcuénaga, Larrea y Rodríguez Peña, y su reemplazo por Joaquín Campana, Feliciano Chiclana, Atanasio Gutiérrez y Juan Alagón; también exigieron la disolución del Regimiento de la Estrella, y el destierro de los cuatro miembros de la Junta Grande separados, y asimismo de French, Beruti, Donado y Posadas, entre otros requerimientos.

Este movimiento puso por primera vez de manifiesto el enfrentamiento entre los sectores populares de los arrabales porteños, que veían en Saavedra al líder de la Revolución, con los sectores acomodados o intelectuales del casco céntrico. Esta oposición tenía mucho de la antinomia entre los que se aferraban a la tradición cultural heredada, con los sectores minoritarios admiradores de las doctrinas foráneas de moda, afanosos de reconquistar la influencia que habían tenido con Moreno.

Los sucesos del 5 y 6 de abril consolidaron la base de poder de la Junta Grande, pero por poco tiempo. El desastre de Huaqui primero, los bombardeos de la escuadra española a Buenos Aires, y por sobre todo, el error político cometido por Saavedra al abandonar esa ciudad para irse a poner al frente del ejército desquiciado en Huaqui, produjeron la caída de la Junta Grande.

Aprovechando la ausencia de Saavedra, la burguesía porteña, la gente “decente”, de “peso y de pesos”, organiza su reacción contra la gente de “medio pelo”, como se dijo entonces, autores de la pueblada del 5 y 6 de abril, movimiento execrable para aquellos grupos, y contra los provincianos de la Junta Grande, en especial contra el secretario Joaquín Campana, montevideano y la figura influyente del gobierno, en ausencia de Saavedra. En estos sectores que llegan a la escena política del brazo de su líder Bernardino Rivadavia, los historiadores detectan ahora no tanto los cenáculos radicalizados de intelectuales morenistas, como “la gente de posibles”, esto es, la gente económicamente acomodada, de fortuna hecha en la actividad mercantil interna e internacional.

El desencadenante de la crisis política de setiembre de 1811, fue la elección de dos diputados por Buenos Aires, que representarían a ésta en un próximo congreso a realizarse conforme a lo programado en el Reglamento del 25 de mayo. Se produjo una polémica que es bien ilustrativa: el Cabildo, que se transformó en centro de la reacción porteña contra la Junta Grande, entendió que la elección debía ser practicada por la parte sana y principal de la población. Campana, por el contrario, sostuvo que debían expresarse todos los sectores sociales.

Esta discusión es algo así como el prolegómeno de las luchas entre quienes en nuestra historia preconizaron el sufragio calificado, y los partidarios del carácter universal del voto Los sectores adversos, que ante la ausencia de Saavedra han logrado apoyarse en los regimientos existentes en la ciudad, le imponen a la Junta la separación y prisión de su secretario Campama, cosa que los integrantes de ésta admiten creyendo que con ello los reclamos cesarían, cuando en realidad perdían su nervio motor.

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