sábado, 18 de agosto de 2012

Bicentenario del Éxodo jujeño - parte 1

Con respecto al Barón de Holmberg, cuenta José María Paz en sus Memorias que el General Manuel Belgrano "tenía la más absoluta deferencia a cuanto decía o hacía el Barón. Además, se aconsejaba de él para las operaciones militares, y seguía sus opiniones, casi sin examen.
Yo, que (como después diré), fui ayudante del Barón en la campaña, y que lo acompañaba frecuentemente al Cuartel General, soy testigo de las consideraciones que se le dispensaban, y lo persuadido que él estaba de cuánto valía su voto en materias militares".
Siendo el Gral. Belgrano un hombre de mundo, apreciaba sensiblemente a quienes hubieran vivido en Europa, continente donde él mismo había cursado sus estudios universitarios. Apreciaba la formación, cultura y educación del Barón, y sentía alto aprecio por él y por otros que también habían estado en Europa: José de Moldes, Juan Martín de Pueyrredón y hasta Pío Tristán, su enemigo en Tucumán y Salta.

¿Por qué Belgrano le tenía tanta confianza en este aristócrata austríaco?. Paz cree que "una de las cosas que más contribuyó a captarle la confianza del General fue el empeño que manifestaba de establecer una disciplina severa (punto que no podía menos de agradar mucho al General), llegando a tanto, que quería aplicar sin discernimiento a nuestros ejércitos semi-irregulares, los rigores de la disciplina alemana. Con ésto consiguió hacerse odioso en el ejército, y despopularizar, hasta cierto punto, al General, por la ciega protección que le daba".

Lo poco que conocía Belgrano sobre las artes militares era la gran importancia del orden y la disciplina en una fuerza armada. El país que había llevado al extremo estos principios de orden marcial y de una atroz disciplina a sus soldados había sido, durante los siglos XVIII y XIX, Prusia, que, gobernado por Federico el Grande, contaba con ejércitos poco numerosos, pero rigurosamente disciplinados, y perfectamente entrenados, con los cuales llegó a imponerse sobre tumultosos cuerpos militares que lo superaban en número, en la época.

Gracias a estas nociones, Prusia surgió como una innegable potencia militar, y sería el germen de lo que hoy conocemos como Alemania.

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