jueves, 1 de marzo de 2012

Pueblo charrúa: de personajes de circo a valientes libertarios - parte 1



Ocuparon el territorio que los mapas identifican como Uruguay, Santa Fe y Entre Ríos. En esta provincia convivieron por 70 años con los españoles, gracias a una paz negociada que contemplaba el respeto de mutuos intereses. Hasta que un día estalló la guerra y la matanza se prolongó por años. Los charrúas, esa nación originaria libró una guerra sin descanso para evitar su extinción. Fueron víctimas de emboscadas y engaños. También de humillaciones como fue mostrarlos en un circo francés a modo extrañezas de la exótica Sudamérica.

Contaba Escalante que su abuelo murió a los 82 años en la ciudad, en la que se refugió después de que le vaciaran el globo ocular de un disparo una madrugada. Según el relato, por el almacén del abuelo pasaban todos los jefes políticos y daban sus argumentos. Se retiraban sin escuchar ni una palabra del viejo. A la semana, llamaba a uno de ellos. “Conversaba diez minutos con el jefe político –escupiendo sus gargajos de flema parda a la vereda– y después se hacía preparar su volanta y salía a recorrer los ranchos de los mocovíes. Ese año, el jefe político que había mandado llamar ganaba la elección”.

En su novela Cicatrices, Juan José Saer recrea una de las formas de relación de mutuo interés que unió a la población de inmigrantes y sus descendientes y la de los pueblos originarios.
“Así hizo mi abuelo alguna fortuna. El año cuarenta y cinco, en la elección de febrero, mi abuelo perdió un ojo. Había mandado llamar al jefe radical, y después recorrió los ranchos de los mocovíes que lo llamaron padre, le pidieron remedios para la diarrea y lo acompañaron hasta la salida del rancherío, saludando la volanta hasta que la polvareda arenosa que levantaba se esfumó completamente en el aire. Pero ganaron las elecciones los peronistas”, continúa Cicatrices.La relación del inmigrante, el europeo, con los pueblos originarios es extremadamente compleja y la visión apresurada, simplona y maniquea tan arraigada conjura con la posibilidad de abordar el asunto desprovisto de apasionamiento enceguecedor.

El lugar que los charrúas ocuparon en las batallas independentistas de José Gervasio Artigas, la inclusión en su declaración de derechos, abre una instancia interesante en las conciencias en las colectivas y pone en duda que la visión que se tenía del indígena era puramente limitada la cuestión de objeto.

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