sábado, 31 de diciembre de 2011

Manuel Ugarte – parte 6


En 1924 sufrió un duro golpe con la muerte de su madre, Poco después pareció su libro "El crímen de las máscaras", en esta obra aparecían arquetipos que mostraban el funcionamiento de la sociedad oligárquica: el dueño de los medios de difusión, el político que hacía lo contrario de lo que proclamaba, el senador que formaba parte de comisiones que nunca resolvían nada, el oligarca que domina al gobierno, el trepador, el militar como mucho músculo y poco cerebro, escritores que plagiaban, y frente a ellos los estudiantes y un idealista. La novela contenía mucho de autobiografía, mostraba toda la desolación del luchador que se enfrentaba a los poderosos.
Comienzos de 1926 fue el momento de la aparición de un nuevo libro "El camino de los dioses", al año siguiente editó "La vida inverosímil", ambos trabajos le dieron un cierto respiro a sus ya crónicas dificultades económicas.
Una nueva invasión norteamericana, esta vez a Nicaragua vuelve a hacer levantar la voz de Manuel Ugarte, todos los antiimperialistas consecuentes le solicitan su opinión, estableció correspondencia con Víctor Raúl Haya de La Torre y José Carlos Mariátegui en Perú, también con el Partido Nacionalista de Puerto Rico.
En 1927 fue invitado por el gobierno ruso al festejo de los diez años de la Revolución, en ese momento se estaba librando la batalla por el poder entre Stalin y Trotzky. Sin adherir al régimen imperante en la Unión Soviética, Ugarte rescató ciertos aspectos de esa Revolución.
Ante la invasión norteamericana a Nicaragua, la dignidad y la valentía de Augusto Cesar Sandino se levantó para hacer frente a la agresión imperial. Manuel Ugarte expresó toda su admiración hacia el guerrillero, y se sintió identificado con su posición al señalar: "El general Sandino ha puesto en acción el pensamiento que yo defiendo desde hace veinte años".
Sandino le hizo llegar una carta, agradeciendo el apoyo recibido y reconociendo en él a una de las figuras más importante del patriotismo latinoamericano.
Durante el año 1929 redobló sus esfuerzos en el apoyo de Sandino, quién cada vez se encontraba más solo, ante el silencio de los gobiernos latinoamericanos temerosos de las represalias norteamericanas. Ugarte contrastó la euforia existente en países como la Argentina, por la Guerra Mundial y el escaso interés por la desigual batalla de Sandino contra el gran imperio.
Cuando en septiembre de 1930 cayó el gobierno de Yrigoyen, la situación de Ugarte era por demás problemática, en difícil situación económica y cada día que pasaba se le cerraban nuevas puertas de los medios para expresarse, la década del 30 fue una era reaccionaria en casi todo el mundo y eso afectaba gravemente en el ánimo del gran luchador, pero ni las peores penurias podían doblegarlo.
En octubre de 1932 publicó un nuevo libro "El dolor de escribir" donde reafirmaba su voluntad de liberación hispanoamericana, expresando también las dificultades de todo intelectual que intentara enfrentar a la fabulosas fuerzas del imperialismo, recibiendo calumnias, persecuciones y silencios.
Por ese mismo tiempo recibió una carta de Sandino que le dice: "Su nombre, señor Ugarte, hace mucho tiempo que es familiar entre nosotros y sus escritos por uno u otro motivo, siempre nos llegan y nos han servido de estímulo en nuestra gran jornada libertaria de siete años, que apenas son las preliminares de la gran batalla espiritual, moral y material que Indoamérica, por su independencia, tiene que empeñar contra sus tutores Doña Monroe y el Tío Sam, y probarles que nuestros pueblos han llegado a su mayoría de edad".
Ugarte debió vender su casa en Niza y alquilar en París, también las joyas de su mujer Teresa debieron venderse para subsistir, agobiado como estaba por las deudas.
El 21 de febrero de 1934 Manuel Ugarte y toda América Latina recibían una pésima noticia, Sandino era apresado y asesinado inmediatamente, el jefe de la Guardia Nacional y luego dictador, Anastasio Somoza hacía el trabajo sucio de sus amos norteamericanos.
En 1935 decidió regresar a Buenos Aires, pero no siquiera tenía dinero para comprar los pasajes, por lo que debió tomar una dolorosa decisión: vender su biblioteca.
Desde 1919 faltaba de Buenos Aires, al poco de llegar restableció relaciones con Alfredo Palacios quién lo invitó a reingresar al Partido Socialista, varios dirigentes más, también insistieron en el ofrecimiento. Luego de pensarlo, aceptó reincorporarse al partido.
Pero este nuevo intento no podía durar demasiado, al año siguiente fue expulsado luego de haber descargado una serie de críticas contra la conducción partidaria y las viejas ideas del partido.
Paralelamente le fue ofrecida la dirección de una revista mensual "Vida de hoy", durante un año y medio se publicó esta revista, que le permitió tener un lugar donde expresarse y además obtener algunos recursos con los que sobrevivir.
La Argentina estaba en plena Década Infame, Europa amenazada por el nazismo y la Unión Soviética bajo la férrea conducción stalinista, ese clima político, más la imposibilidad de continuar con la revista lo sumieron en un profundo pesimismo, además lo conmovieron profundamente los suicidios de Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Lisandro de la Torre, y especialmente el de su gran amiga Alfonsina Storni.
La pena le hizo dejar nuevamente Buenos Aires, esta vez para instalarse en Viña del Mar, Chile, colaboró con varios diarios de ese país, aunque en artículos literarios.
En agosto de 1939 apareció la segunda edición del libro La Patria Grande, ante el inminente comienzo de la segunda guerra, Ugarte fue criticado por cuestionar al imperialismo anglosajón.
Nuevamente sentará posición favorable a la neutralidad señalando que no está ni con Francia, ni con Alemania sino con América Latina, también cuestionará el ambiente favorable entre los medios de difusión y la intelectualidad a declararse partidarios de los aliados. Decía Ugarte que mucho se hablaba en América Latina sobre el posible peligro alemán y japonés, pero nada se señalaba sobre el real saqueo inglés y norteamericano.
Terminaba el año 1941 cuando él concluía de escribir "Escritores Iberoamericanos del 900", donde dio una pincelada sobre gran cantidad de autores a los que mayoritariamente conoció personalmente y tuvo su amistad, desfilan por sus páginas, entre otros: Rubén Darío, Alfonsina Storni, Florencio Sanchez, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Fombona, José Vasconcelos.
Luego del triunfo electoral del peronismo el 24 de febrero de1946, sintió que por una vez el pueblo ganaba una batalla y decidió el regreso a su patria. Al llegar a Buenos Aires declaró :"Creo que ha empezado para nuestro país un gran despertar" y que "Más democracia que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas y a los restos de la oligarquía".
El 31 de mayo Ernesto Palacio lo acompañó a la Casa Rosada para presentarlo ante el presidente, tanto Perón como Ugarte simpatizaron instantáneamente.
En septiembre de 1946 fue designado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México, por primera vez en la Argentina obtenía un reconocimiento a su capacidad y su lucha, y nada menos que en México, país al que había defendido reiteradamente contra las agresiones norteamericanas y donde tenía tantos amigos y discípulos. Ese reconocimiento le llegaba muy tarde, tenía 71 años.
En agosto de 1948, luego de algunas diferencias con el staff de la embajada en México, se lo designa en Nicaragua, donde permaneció poco tiempo, a comienzo de 1949 fue nombrado embajador en Cuba.
Concluía el año 49 cuando fue reemplazado el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Atilio Bramuglia, esto produjo un cambio en la política, luego de algunos roces con los nuevos funcionarios, Ugarte presentó la renuncia y envió una carta a Perón, señalando algunas diferencias por los cambios sucedidos en la Cancillería, sin por eso dejar de apoyar al gobierno.
Alejado de la función pública decidió visitar nuevamente México donde los intelectuales realizaron un homenaje en su honor, luego sigue su ruta hacia Madrid.
En noviembre de 1951 retornó a Buenos Aires con un sólo objetivo, votar por la reelección del Perón, luego del triunfo electoral regresó a Madrid donde permaneció unos pocos días para instalarse nuevamente en Niza donde el 2 de diciembre fallecía.
Manuel Ugarte fue uno de los más consecuentes patriotas latinoamericanos, tal vez por eso, muy pocos en la actualidad conocen su nombre, y menos aún su lucha y la dignidad militante de su inquebrantable antiimperialismo. América Latina necesita rescatar el pensamiento de hombres que como él, dieron todo y no recibieron nada, para revivir el sueño de San Martín y Bolívar.


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