miércoles, 21 de diciembre de 2011

Argentina, diciembre 2001: el pueblo puso fin a un modelo económico y a un sistema político - parte 2


ANTECEDENTES REMOTOS DE LA CRISIS:

Los mismos pueden encontrarse en la política económica capitalista que -durante la Presidencia de Menem (1989-1999)- impuso el modelo de "achicamiento del Estado", con un plan de privatizaciones en lo que respecta a la prestación de servicios que estaban a cargo del Estado y que en poco menos de 6 años hizo que el producto de la venta de activos nacionales -unos 70 mil millones de dólares- se perdieran por los insondables vericuetos de los agujeros negros de las galaxias interestelares, aunque la mayoría de los argentinos sospechan que fueron a parar a las faltriqueras de los que acompañaban con su complicidad la "fiesta menemista".

En consonancia con lo expresado y como sostiene Anderson (1997), América Latina viene siendo un escenario de experimentación de las políticas económicas llamadas "neoliberales" -pero que no son más que un neologismo para denominar al capitalismo- el que representa un movimiento ideológico a escala mundial como jamás se había producido en el capitalismo y que fuera concebido por F. Hayek (1944). La ofensiva "neoliberal" en el poder comenzó en los países de la OECD; estrictamente comenzó en Inglaterra (1979) de la "mano dura" del gobierno de M. Tatcher. Luego le tocó el turno a R. Reagan (1980) en los EE.UU; le siguió con H. Khöll (1982) en Alemania; en Dinamarca (1983) Schluter gobierna formando una clara coalición de derecha. Con excepción de Suecia y Austria -este último lo hizo en 1990, pero en dirección al nazismo- el resto de los países del norte de Europa Occidental viraron hacia la derecha. Los años ochenta vieron el triunfo de la ideología liberal económica en Europa y en América del Norte. Luego se trasladó a Australia y Nueva Zelandia.
Con la caída del comunismo real en la Unión Soviética (1989) y la de sus satélites, el liberalismo económico se extendió a los países poscomunistas en el Este de Europa. América Latina se convirtió en el tercer gran escenario de experimentación "neoliberal". Chile, de la mano de Pinochet, fue el primero que comenzó de manera drástica y decidida con una política neoliberal: desrregulación, desempleo masivo, represión sindical, redistribución de la renta en favor de los ricos, privatización de los bienes públicos, habiendo comenzado una década antes que la experiencia tatcheriana.

Menem, como ya mencionáramos, implementó una política liberal económica en Argentina. El remedio aplicado para detener la hiperinflación que sufría el país -de la que se sospecha no sin fundamentos, que Cavallo fue su génesis- ha sido claro: mantener un Estado fuerte en su capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero limitado en lo referido a los gastos sociales y a las intervenciones financieras. La estabilidad monetaria fue la meta suprema.
Para esto fue necesario una disciplina presupuestaria, con la contención del gasto social y la restauración de una tasa "natural" de desempleo, o sea, la creación de un ejército industrial de reserva para quebrar a los sindicatos. Fueron imprescindibles reformas fiscales para incentivar a los agentes económicos: reducciones de impuestos sobre las ganancias más altas y sobre las rentas y privatización de las empresas públicas. Para lograr esto, Menem -al igual que Fujimori en el Perú- tuvo que innovar con una legislación de emergencia y con una reforma de la Constitución (1994) que, entre otras cosas lo habilitó para la reelección por un nuevo período presidencial.

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