miércoles, 30 de noviembre de 2011

El camino de la espectacularización y mercantilización del deporte - parte 2

Refutando la teoría de la AFA según la cual las transmisiones televisivas restaban concurrentes a los estadios, el Mundial convocó cifras muy altas de asistencia y paralelamente audiencias que alcanzaron los 84 puntos de rating. Nuevamente, se ratificaba una tendencia que encontraba en el acontecimiento especial, fuera de la programación habitual, el favorito para los picos de rating.

Los costos totales del Mundial ‘78 son aún hoy un récord: 520 millones de dólares, frente a los 150 que costó España ’82, con ocho participantes más. De esa suma, la construcción de ATC (Argentina Televisora Color, nuevo nombre del canal 7 manejado por el Estado y utilizado, por los sucesivos gobiernos, como espacio de producción y difusión de contenidos ideológicamente afines y como gran usina generadora de empleo para “amigos” de los funcionarios) se llevó 40 millones en el edificio y 30 millones más en el equipamiento. La suma embolsada por funcionarios y comisionistas, entre ellos el contraalmirante Lacoste, el gran responsable de la organización –y el despilfarro económico– del Mundial, se desconoce.

La década del ochenta comenzó con un gran movimiento en la industria de insumos de televisión. Las fábricas y los importadores de receptores vieron en las transmisiones en colores la posibilidad de invadir otra vez el mercado, como si éste fuera nuevo, ya que la única forma que tenían los televidentes de adaptarse a las nuevas tecnologías era la compra de un televisor color. A partir de ese momento los clubes de fútbol pudieron disponer del color de sus camisetas sin atender a la diferenciación cromática exagerada que requerían las transmisiones en blanco y negro, y que los obligaban a cambiar drásticamente el color de la indumentaria según el contrincante de turno.

El Mundial que tuvo lugar en España en 1982 fue el primero que pudo verse en colores en la Argentina, permitiendo a los teleespectadores conocer una dimensión del espectáculo hasta entonces inaccesible. La transmisión estuvo a cargo de Norberto Longo, Enrique Macaya Márquez, Mauro Viale, Ricardo Podestá, Tito Biondi, Julio Ricardo, Marcelo Araujo, Héctor Drazer y Mario Trucco. El lento proceso de recambio de los receptores y la ansiedad por ver el torneo en colores (recordemos que el equipo argentino era un serio candidato al título, luego frustrado) motivó la reaparición de una práctica arcaica: las multitudes frente a las casas de electrodomésticos, como en la década del 50.

Fútbol (argentino) por TV: entre el espectáculo de masas, el monopolio y el estado
Pablo Alabarces
Doctor en Sociología por la Universidad de Brighton, Investigador Principal del CONICET en el Instituto Gino Germani y Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Carolina Duek
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Becaria Posdoctoral del CONICET en el Instituto Gino Germani y Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

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