viernes, 21 de octubre de 2011

Murió Herminio Iglesias, el peronista que quemó aquel ataúd de la UCR - parte 2

Herminio Iglesias era una pieza importante y coherente dentro de esa estructura de poder del justicialismo de 1983, y dominaba el aparato bonaerense del partido —que lo eligió candidato a gobernador para ese año— con la aspereza y hasta los episodios de violencia típicos de la tradición vandorista.

Aun así, y a pesar de la fuerza de algunos datos que abonaban la denuncia alfonsinista del "pacto sindical-militar" en la época, Iglesias había ejercitado el coraje personal que le reconocían amigos y enemigos para acompañar con su firma, en 1979, el documento que Deolindo Felipe Bittel presentara ante la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitaba el país para denunciar las violaciones de los derechos humanos en las que incurría el gobierno militar de entonces.

Con la misma decisión, quien fuera un prolijo intendente de Avellaneda entre 1973 y 1976 no dudó en justificar la tortura en declaraciones periodísticas durante los primeros meses de la democracia.

Tampoco tuvo reparos, durante un muy oscuro paso por la Cámara de Diputados, en integrar el reducido grupo de legisladores peronistas que votaron a favor de las "leyes de impunidad", la de Punto Final y la de Obediencia Debida, en 1986 y 1987, como un favor a su antiguo gran enemigo, el entonces presidente Alfonsín.

Para entonces, su poder ya había entrado en el ocaso. La derrota de 1983 ya había generado el movimiento "renovador" que encontró un líder en el mismo Antonio Cafiero al que él había vetado como posible candidato presidencial o a gobernador.

La elección de 1985 que lo llevó a la Cámara de Diputados fue la prueba de demostración de su deterioro político.

Con una lista armada por afuera de la estructura del PJ que todavía manejaba, Cafiero había conseguido un segundo lugar después de los radicales, y había condenado al justicialismo a ocupar el cuarto lugar.

Herminio fue casi inmediatamente desplazado también del liderazgo del aparato del PJ bonaerense, que pasaron a conducir, durante muchos años, dos de sus principales enemigos internos: primero el propio Cafiero y, luego, su antiguo colega de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde.

Y aunque, después, muchos de sus antiguos partidarios en la Provincia pasaron a enfrentar a Cafiero para darle sustento distrital a la creciente estrella de Carlos Menem, Iglesias permaneció en el ostracismo político, expulsado del justicialismo y transformado en símbolo del peronismo "viejo".

En los 90 Herminio creó una fuerza vecinal con la que intentó volver, en algún momento con bastantes posibilidades, a la intendencia de Avellaneda.

Pero, tras algunos gestos de reconciliación con Menem, prefirió mantener algunos porcentajes de poder local por delegación: el actual presidente del Concejo Deliberante de Avellaneda por el justicialismo, Armando Bertolotto, es un antiguo compañero de ruta de Herminio Iglesias.

Fue el mismo Bertolotto quien, ayer, dispuso que fuera el edificio del Concejo Deliberante el escenario del velatorio de los restos de Herminio.

Carlos Eichelbaum
ceichelbaum@clarin.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario