martes, 11 de octubre de 2011

La chacra de la familia Ramos Mexía – parte 3


Con sus ruedas de dos metros y medio de diámetro, entoldados con cueros vacunos, el grueso pértigo y los pesados yugos sobre la cerviz de los bueyes, constituían verdaderos vagones para carga y pasajeros. Juntamente con los troperos conductores montados a caballo, empuñando la larga picana, ofrecían un colorido y bullicioso espectáculo, con los mugidos, los gritos y las voces del arreo.

Anticipándose al grueso de la caravana, una o dos carretas con víveres y leña para el viaje habían llegado al lugar de la detención un tiempo antes para preparar la comida, que por lo general incluía carne al asador, o tasajo, galleta, mazamorra o locro, vino y mate. Algunos pasajeros sustituían ese limitado menú, o lo complementaban, con determindas viandas que llevaban en su equipaje.

Para el mate se calentaba el agua en grandes pavas apoyadas en un trípode de hierro, y una vez alcanzada la temperatura necesaria, se distribuía el líquido en las pavitas individuales de cada carreta. A aquellas grandes pavas, ennegrecidas por el humo de la leña o del excremento seco de los bueyes se las denominaba las tiznadas.
Bajo el pavimento de la actual avenida Rivadavia, de la capa asfáltica que hoy la cubre, ¿no quedará enterrada alguna reliquia, algún vestigio de aquella caravana? Quizá una bombilla o una calabaza olvidadas luego de las largas mateadas a la sombra de las carretas, o alguna moneda de plata potosina con la efigie de Fernando VII. Dejemos librado a nuestra imaginación desarrollar esta hipótesis.

Otro derrotero que cruzaba la chacra "Los Tapiales", a poca distancia del Camino Real, también en lo que sería nuestra ciudad, es el que hoy se denomina Avenida Gaona, y que desde la primera mitad del siglo XIX se conoció como "Camino de Gauna". El nombre de este camino sería en homenaje al militar salteño Eduardo Gauna, muerto en el combate de Suipacha. Para otros sería en recuerdo del coronel salteño Calixto Gauna, que la recorrió a caballo proveniente del norte argentino, trayendo unos documentos para la primera Junta Gubernativa instalada en mayo de 1810. Algunos aseguran en cambio que la denominación corresponde al nombre del propietario, hacia 1810, de los terrenos por donde comenzaba el camino, en la zona que hoy es el parque del Centenario, en la Capital Federal.

Cuando interrumpimos la relación sobre la chacra de los Ramos Mexía para referirnos a los dos caminos de nuestro pasado, que también son presente, ya se habían instalado en el caserón de "Los Tapiales" D. Francisco Hermógenes y su esposa. Ocurridos los sucesos de mayo de 1810 adhirieron en forma inmediata a los principios de la Revolución, colaboraron pecuniariamente y D. Francisco ocupó un puesto en el Ayuntamiento, primero como Juez de Menores y luego como Alférez Real. Según Carlos Ibarguren, D. Francisco era una personalidad singular "...que ejerció sobre las tribus indígenas un ascendiente extraordinario. Místico y luchador, fue un apóstol cristiano a su manera, que predicaba una original interpretación de los Evangelios. Su influencia sobre los caciques fue tal que éstos lo designaron como plenipotenciario para concertar un tratado de amistad con el gobierno de Buenos Aires, el que fue representado en esa negociación por el general Martín Rodríguez".

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