martes, 18 de octubre de 2011

El arribo del primer tren a Ramos Mejia - parte 4

Dice el diario La Prensa que todavía en 1875 "a ambos lados de la estación... se encontraban las 'plazas de carretas'. En esos espacios libres acampaban las tropas que venían con frutos del país desde el interior o que volvían con víveres, materiales, útiles y enseres para la campaña. Las boyadas pacían y tomaban `resuello' en los campos circunvecinos, previo permiso de sus dueños, y los conductores, cuando no acudían a la fonda y pulpería de La Esquina (hoy calle Ardoino y 9 de Julio), más para beber caña paraguaya que para comer, formaban los tradicionales fogones junto a las carretas alineadas y luego sesteaban o dormían en la noche sobre mantas y aperos debajo de esos vehículos. Muchas carretas, además, llegaban hasta la estación —San Martín todavía— para cargar tasajo, de las viejas y conocidas saladerías de Caseros, como así también para remitir por ferrocarril importantes cargamentos de cueros, lanas, cerdas y otros productos. Al mismo tiempo recibían mercaderías de la ciudad. Este uso del ferrocarril se hacía principalmente en otoño, invierno y parte de la primavera, cuando el Camino Real a la entrada de Flores y pasando Almagro se encontraba poco menos que intransitable por sus famosos pantanos."
Al cruce de las carretas se había sumado el de las diligencias o galeras, con sus postillones sobre las yuntas de caballos de la primera y segunda cuarta que les precedían, tirando a la cincha, y el mayoral, sentado en la parte superior del vehículo, a casi tres metros de altura, como un vigía sobre la llanura.
Cumplían recorridos fijos con regularidad, como los actuales ómnibus, y cubrían las necesidades de movilidad y mensajería a larga distancia, no servidas aún por el ferrocarril. Los viajes en diligencia se efectuaban en etapas extenuantes, de posta a posta, o a uno de los escasos poblados del interior, donde se mudaban los caballos y bajaban los pasajeros para desentumecer las piernas o tomar alguna caña.
La posta más próxima a Ramos Mejía, que además era la primera desde la partida en la ciudad de Buenos Aires, se hallaba ubicada en lo que hoy es el 12.900 de la Avenida Rivadavia, cerca de la actual estación Ciudadela, y se llamó la Posta Vieja. Es de suponer que, por tener su lugar de detención en ese punto, las diligencias siguieran de largo al atravesar la zona de Ramos Mejía.
Es indudable que esos primitivos medios de comunicación terrestre tenían los días contados frente a la competencia creciente del ferrocarril.
En lo que toca a nuestra localidad, el paso de las vías trajo de inmediato el soplo vivificador del progreso, movió voluntades y tuvo consecuencias favorables, directas e indirectas, sobre las que nos extenderemos en el capítulo que sigue.
 

Eduardo Gimenez

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