sábado, 15 de octubre de 2011

El arribo del primer tren a Ramos Mejia - parte 1

A partir de la batalla de Caseros, en 1852, y del consecuente alejamiento de Juan Manuel de Rosas, el país todavía debió soportar un período con mucha turbulencia política, pero ya se advertía un generalizado deseo por consolidar las instituciones y crear un ambiente propicio al progreso económico.

De ese proceso de reactivación participó intensamente la chacra de la familia Ramos Mejía, que según dijimos en el capítulo anterior, había sido devuelta a su dueña Da. María Antonia Segurola, luego de más de diez años en que no pudo disponer de ella por hallarse confiscada. Se reanudó en sus campos la explotación agrícola y ganadera, y en 1853 adquirió un plantel inicial de dos toros y seis vacas de raza Shorthorn, que permitieron la multiplicación de este tipo de hacienda, dedicada especialmente a la explotación lechera y la venta de reproductores. En 1865 ya era notorio el mejoramiento de los planteles y ganó el primer premio de vacas lecheras en la exposición realizada por las fuerzas rurales en los galpones del Jardín Florida (en las calles Florida y Paraguay, de la Capital Federal).

Para ese entonces el Camino Real que atravesaba la chacra a la altura de lo que hoy es nuestra ciudad, y que nacía junto a la barranca del Río de la Plata, ya había cambiado de nombre varias veces. Se llamó De las Torres en 1808; luego Reconquista; en 1822, La Plata; en 1835 Rosas decretó que fuera el Camino de Quiroga, hasta que a la caída de su gobierno pasó a ser el Camino del Oeste. Finalmente en 1857 se le dio la denominación actual de Avenida Rivadavia, en oportunidad de repatriarse los restos del ex presidente a bordo del vapor Italia, procedentes de Cádiz, donde murió luego de 27 años de destierro.

Justamente en 1857 se produjo un acontecimiento histórico de enorme importancia. No se trató de un hecho de armas como los que perpetúan el nombre en tantas calles y plazas, sino que fue una obra civilizadora que permitió conquistar para el progreso el desierto de la pampa argentina. Nos estamos refiriendo al tendido de la primera línea ferroviaria, que partiendo de la "gran aldea" que aún constituía Buenos Aires iba rumbo a las quintas de verano del pueblo de San José de Flores, y continuaba hacia el poniente, para llegar, un año más tarde, hasta la chacra de los Ramos Mejía, bordeando la Avenida Rivadavia.

En este lugar se emplazó una humilde estación que, si se toman en cuenta los actuales límites jurisdiccionales del país, resultó ser la primera parada ferroviaria instalada fuera de la Capital Federal.
Es oportuno citar aquí las palabras pronunciadas por Mitre en el acto de una inauguración ferroviaria: "Al tomar en mis manos los instrumentos del trabajo, para levantar y conducir la primera palada de tierra del ferrocarril, siento mayor satisfacción que la que experimentaría dirigiendo máquinas de guerra, aunque fuera para triunfar gloriosamente".

¿Cómo se gestó el emprendimiento que dotaba de vías férreas a lo que hoy constituye la ciudad de Ramos Mejía?. La historia nos remonta a 1854 en que el Gobierno de Buenos Aires, a cargo de Pastor Obligado, firmó el acta de concesión con la Sociedad del Camino-Ferrocarril al Oeste, integrada por personalidades de abolengo criollo, porteños en su mayoría y casi todos comerciantes: Felipe Llavallol, Francisco Balbín, B. Larroudé, Mariano Miró, Daniel Gowland, Manuel J. Guerrico, Norberto de la Riestra, Adolfo Van Praet, Esteban Rams y Vicente Basavilbaso.

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