domingo, 28 de agosto de 2011

Los discretos pasajeros del Eden Hotel - parte 1



"Eden Hotel, el nacimiento de un pueblo". El cartel aparece apenas uno ingresa en la ciudad y anuncia la gran atracción turística de La Falda, en la provincia de Córdoba: el hotel levantado a fines del siglo XIX y administrado por empresarios alemanes hasta mediados del siglo XX. Un monumento que atrae a los visitantes con su pasado cargado de historias, donde se cruzan las grandes familias de la oligarquía, ex presidentes, los nazis, una fugaz visita de Albert Einstein y los marinos del Graf Spee. Y en el reverso de la moneda, casi veinte años de abandono, destrozos y pillaje, a partir de 1970, cuando fracasó el proyecto de instalar un casino, hasta mediados de los años 90, el momento en el que el municipio se hizo cargo del edificio.

Actualmente el Eden (sin acento, según su nombre original), se encuentra bajo concesión de un grupo de empresarios de La Falda y en lento proceso de restauración. Entre los recientes avances se cuenta la rehabilitación del salón comedor, con capacidad para 250 personas, y el emplazamiento del águila en el frente del edificio, que según la tradición oral fue derribado hace más de sesenta años, luego de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

En los últimos tiempos, con la explotación turística y la conciencia del valor del lugar, una serie de estudios permitió exhumar historias poco o nada conocidas del Eden y sobre todo de los hermanos Walter y Bruno Eichhorn, sus dueños entre 1912 y 1945. En particular un documental producido por la televisión alemana y realizado por la cineasta argentina Cuini Amelio Ortiz reveló documentación que probaba la estrecha relación de los Eichhorn con el Partido Nacional Socialista Alemán y el mismísimo Adolf Hitler. La memoria de los habitantes de La Falda, por otra parte, había preservado relatos sobre el paso de criminales nazis como Adolf Eichmann y la abierta simpatía de los dueños del hotel hacia el nazismo.

La historia del Edén comienza con Roberto Bahlcke, un ex oficial del ejército alemán radicado en la ciudad de Córdoba hacia 1890. En 1897 compró 900 hectáreas de la estancia La Falda y se asoció con Juan Kurth, cónsul de Suiza y fundador de la Bolsa de Comercio de Córdoba, y la empresaria alemana María Herbert de Kreautner. Con créditos concedidos por Ernesto Tornquist —el mismo que fue dueño de La Refinería Argentina de Azúcar, en Rosario— levantaron ese año el hotel, al pie del cerro El Cuadrado. En enero de 1898 llegaron los primeros pasajeros.

El nombre del arquitecto es un misterio perdido para siempre. El hotel, de forma simétrica, tuvo más de cien habitaciones con 38 baños y calefacción central, además del enorme salón comedor, un anexo para el hospedaje de hombres solos, una cancha de golf de 18 hoyos, cancha de tenis y piscina, entre muchas otras comodidades.

Pero los créditos se hicieron imposibles de cancelar y en 1904 la sociedad se disolvió. Fue María Herbert de Kreautner quien quedó como administradora, después de llegar a un acuerdo con Tornquist. En 1912, otros dos alemanes, los hermanos Walter y Bruno Eichhorn, adquirieron el hotel. Dos años después se inició el loteo de la estancia, un proceso que desembocó en la formación de la actual ciudad de La Falda.

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