domingo, 20 de marzo de 2011

La simulación y la falsedad


"¡Hay algo en este recinto que nos está dando una lección práctica, una lección tangible: estamos en un palacio lujoso, espacioso, rodeado de mármoles y dorados, conozco casi todos los Parlamentos del mundo y habrá pocos ten grandes o más hermosos, pero... estemos sentados aún en las viejos butacas que son del pasado y no corresponden ya a la grandeza del lugar! ¡Hicieron ya su época y deben ser reemplazadas" .

Así, con esta metáfora, Carlos Pellegrini señaló valientemente en 1906, en la Cámara de Diputados de la Nación, la necesidad de que el régimen de "simulación y falsedad" que Imperaba en las instituciones del país fuese reemplazado por otro que diese plena y real vigencia al derecho del pueblo a elegir sus propios gobernantes. A Victorino de la Plaza le tocó presidir, en 1916, esta renovación.
Fue, efectivamente, de la Plaza, el último de la larga serie de presidentes argentinos que, desde la promulgación de la Constitución de 1853, venía ejerciendo el poder en el país sin el sustento legal del voto popular expresado en comicios libres.

Con de la Plaza esta arbitraria y vergonzosa situación concluye. Es bajo su mandato cuando, por primera vez en la historia del país, el pueblo elige libremente, mediante el ejercicio del sufragio obligatorio, universal y secreto instituido por el Presidente Roque Sáenz Peña, al hombre que habrá de ocupar el cargo de presidente de la República.
Abiertas sin fraudes ni violencias las puertas de los comicios, obtiene la victoria Hipólito Yrigoyen, candidato de la Unión Cívica Radical.

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