martes, 5 de octubre de 2010

Partido de Morón - parte 1


Los primeros pobladores de esta zona fueron los querandíes o pampas, luego araucanizados. Pueblos nómades de la región pampeana, se amparaban con sus familias en paradores con coberturas de cueros o “tolderías”, y en un principio se movilizaban a pie, pero tras el contacto con los españoles incorporaron tempranamente el caballo, primero como alimento y luego como montura. Originariamente, eran cazadores especializados de guanacos y venados.

Como otras parcialidades indígenas, aprovecharon esta región extensos pastizales y abundantes cursos de agua, de los cuales el principal era el río de las Conchas (así llamado por la gran multitud de conchas que se criaban en sus orillas), luego río Reconquista (en homenaje a las fuerzas patriotas que derrotaron a los ingleses en 1806). Las nacientes del mismo se deben al aporte conjunto de los arroyos de Choza y Durazno en el partido de General Rodríguez.

Luego de recorrer 84 km recibiendo aguas de numerosos afluentes, desemboca en el río Luján en el Tigre.

Es un típico río de llanura con numerosas curvas y recodos. Uno de sus afluentes es el arroyo Morón.

Aquel paisaje era muy distinto al que hoy conocemos, se trataba de altos pajonales, interrumpidos de cuando en cuando por un ombú o un pequeño monte de chañar. La ausencia de árboles se explica por la densidad del pajonal, que sombreaba las semillas e impedía su desarrollo.

A pesar de todo, había árboles, pero no en plena llanura sino en las márgenes de los ríos y arroyos. Sauces, ceibos, sarandíes formaban un espeso bosque en galería bajo el cual vivían aves acuáticas como las garzas, peces y reptiles como la tortuga de agua; mamíferos como nutrias, zorros o gatos monteses. La feracidad de estos territorios tan cercanos a Buenos Aires hizo que fueran rápidamente transitados por los españoles a su llegada al Río de la Plata.

La conquista y el reparto de la tierra

En 1582, a dos años de haber fundado Buenos Aires, Juan de Garay dotó a los vecinos más prominentes de la ciudad con tierras de chacra y estancia, las primeras destinadas al cultivo y las otras a la crianza de ganado. La concesión de estos terrenos se efectuó por medio de un sorteo, por lo cual las mismas fueron denominadas suertes. El reparto de suertes de estancia se prolongó hacia el norte hasta el actual partido de Zárate y hacia el sur hasta La Magdalena. En cuanto a las suertes de chacra, parte de las mismas fue distribuida en la costa de San Isidro y el resto sobre el río de las Conchas (actual río Reconquista). Puede presumirse, en consecuencia, que las actuales localidades de Hurlingham y Villa Udaondo fueron ocupadas por el español desde aquel entonces.

Entre quienes bajaron con Garay desde Asunción para fundar la ciudad se encontraba el capitán Juan Ruiz de Ocaña, hijo de uno de los soldados españoles que habían arribado al Río de la Plata con don Pedro de Mendoza. Este no había resultado favorecido con tierras en aquel primer reparto, pero antes de 1589 recibió en merced unas tierras situadas al este del arroyo Morón. Esta circunstancia determinó que durante todo el siglo XVII esta zona fuera denominada Cañada de Juan Ruiz. Un testimonio posterior -el testamento de la viuda de Ruiz de Ocaña, doña Bernardina Guerra, fechado en 1638- nos informa que las mismas tenían media legua de frente al arroyo y una legua y media de fondo en dirección a la ciudad, de lo que resultaba una superficie de alrededor de 1800 hectáreas. Los sucesivos gobernadores del Río de la Plata continuaron con la política de asignar títulos de propiedad a aquellos vecinos de Buenos Aires que los solicitaran, siempre que estos pudieran demostrar que contaban con casa poblada en la ciudad, que habían participado con armas y pertrechos en su defensa y que descendían o estaban emparentados con los vecinos fundadores.

La segunda merced más antigua de nuestra zona data de 1589, en que el teniente de gobernador y justicia mayor de Buenos Aires, Hernando de Mendoza, otorgó una legua de tierras en la Cañada de Juan Ruiz a Pedro Verdún de Villaysán, contador de la Real Hacienda.

Posteriormente, en 1596, el gobernador Juan Ramírez de Velasco entregó a Mateo Sánchez una fracción de similar extensión, y en 1609 el gobernador Hernandarias hizo lo propio con García Hernández.

El pago de la Cañada de Juan Ruiz se halló tempranamente conectado con la ciudad de Buenos Aires. Ya el título de propiedad de Verdún de Villaysán hace mención al camino real que conducía a Córdoba, a cuya izquierda se encontraban los terrenos que pertenecían a éste. Pronto aparecieron rutas secundarias, como el llamado Camino de Andrés Lozano, que ya en 1613 bordeaba las tierras que el gobernador Diego Marín Negrón otorgó en merced a Andrés Lozano de Saravia, y que corría en dirección a un vado sobre el río de Las Conchas.

El proceso de ocupación de la tierra en nuestro partido no supuso, que sepamos, el desalojo de tribus indígenas. En realidad, nada sabemos del Morón anterior a la conquista española. Aunque el arroyo pudo haber servido eventualmente de parada a las tribus nómades de querandíes que circularon por la región hasta los tiempos de la conquista, se carece de yacimientos arqueológicos que permitan determinarlo. En las primeras décadas del siglo XVII el pago de la Cañada de Juan Ruiz se hallaba aún muy próximo a la frontera con el indígena, y aunque posteriormente esta frontera se adentró en dirección al río Salado, puede considerarse que hasta la década de 1740 nuestro partido estuvo todavía en la zona de riesgo de malones. No existe ningún documento escrito, sin embargo, que permita afirmar que durante el gobierno de Hernandarias se erigió un fortín dentro de los límites actuales de nuestro partido: esta aseveración proviene de la interpretación de una pieza cartográfica realizada por el historiador Raúl Molina, que escritores locales posteriores han tomado por segura, pero que nunca ha sido respaldada por evidencias escritas o arqueológicas con el objeto de superar el campo de las presunciones.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario