martes, 14 de septiembre de 2010

Biblioteca Nacional – parte 6

Designados los empleos que iban a crearse y hasta los candidatos que se nombrarían, en La Gaceta del 13 de setiembre, sólo el 12 de noviembre, dos meses después, Mariano Moreno dirige aquella nota que los panegiristas han llamado “Un documento terminante”, y que lo único que pone de manifiesto es una morosidad inexcusable: “El honroso cargo que la Excma. Junta me ha conferido de protector de la Biblioteca Pública de esta ciudad me pone en la obligación de solicitar todos los arbitrios conducentes… Nada se habría adelantado con la formación de la Biblioteca pública… si al mismo tiempo no se provee la dotación de los dos Bibliotecarios…”

Esta comunicación, en que los panegiristas quieren hallar una prueba terminante de que el numen fue el fundador y se desvivía por su fundación, y alguna de cuyas frases se han inscripto en ostentosas placas de bronce, más le valiera haberla olvidado, atendida su fecha, pues constituye un testimonio de su falta de interés y de cariño hacia la institución…

¿Por qué tardó dos meses en hacer un pedido tan simple y tan necesario? Mucho más diligente fue el Cabildo, que no bien recibió la retardada nota se reunió en acuerdo y en el mismo día concedió lo solicitado.

Ahora que ya estaban dotados de sueldo los bibliotecarios, ¿creerán los lectores que el Protector –alma de la Junta- apresuraría sus nombramientos, para que de una vez emprendieran sus tareas?

Pues no fue así. Dejó pasar todo el mes de noviembre, y casi todo el siguiente mes, y sólo el 28 de diciembre se extendió el decreto. ¡Demasiado tarde! Ya Fray Cayetano Rodríguez a quien se deseó nombrar, según refiere La Gaceta, no podía encargarse del asunto.

Juan María Gutiérrez, que conoció a fondo la historia de la enseñanza en el país, no menciona a fray Cayetano Rodríguez, quien no ocupó jamás ningún cargo en la Biblioteca Pública a pesar de que los historiadores le atribuyen estas funciones, sin ninguna prueba. Ni en la historia de la enseñanza, ni en la biografía del insigne conventual, al aludir a sus trabajos en la biblioteca de San Francisco, se dice palabra de lo que haya hecho en la Biblioteca Pública, omisión inexplicable si hubiera algo que decir.

Resumamos: Reduciendo a cifras todo lo que han arrojado los archivos argentinos en 150 años de afanosa búsqueda, como prueba de la actividad devoradora de Mariano Moreno en este glorioso capítulo de su historia, hallamos lo siguiente, desde el 22 de agosto de 1810 –fecha de su primera actuación en el asunto-, hasta el 28 de diciembre de 1819, fecha de la última.

1º) Nota del 22 de agosto, al gobernador de Córdoba, sobre los libros del Obispo Orellana. (Esta nota tiene 10 líneas).

2º) Nota del 2 de setiembre, al Administrador de Temporalidades, pidiendo una casa para la Biblioteca. (Tiene 5 líneas).

3º) Nota del 7 de setiembre (fecha enmendada: un 7 sobre un 6) al presbítero Chorroarín; pidiéndole los libros del Colegio de San Carlos (Tiene 15 líneas).

4º) Nota del 7 de setiembre (fecha también enmendada: un 7 sobre un 6) al Obispo, pidiéndole los libros del Obispo Azamor. (Tiene 11 líneas).

5º) Nota del 15 de setiembre, a Chorroarín, agradeciéndole sus libros. (Tiene 9 líneas).

El nombramiento de bibliotecario se limitó a Segurola. Tampoco éste, ocupadísimo en la difusión de la vacuna antivariólica recién conocida entonces, pudo aceptarlo. Nombrado el 28 de diciembre, renuncio el 31. No obstante lo cual suele ponerse en letras de molde su nombre como el del primer Director de la casa.

Después de estas comprobaciones, sacadas nada menos que del “documento terminante” ¿puede nadie venir a ponderarnos la diligencia sobrehumana, los desvelos de Mariano Moreno por la Biblioteca?

6º) Nota del 24 de setiembre, al Provincial de San Francisco, pidiéndole permita a fray Cayetano Rodríguez desempeñar el empleo de Bibliotecario. (Tiene 7 líneas).

7º) Nota del 1º de octubre, al Tribunal de Cuentas, pidiéndole una pieza para ampliar la Biblioteca. (Tiene 8 líneas).

8º) Nota del 12 de noviembre, al Cabildo, pidiendo fije el sueldo de los bibliotecarios. (Tiene 20 líneas, y se la llama con énfasis: “Un documento terminante”, y le han dispensado los honores de la difusión en facsímil, como a la “Magna Carta” de Juan Sin Tierra, o al Testamento de Isabel la Católica).

9º) Decreto del 28 de diciembre, nombrando a Segurola. (Tiene 13 líneas).

Resumen: 8 notas y 1 decreto, con un total de 98 líneas, a las que, para ser enteramente justos, deberíamos agregar dos líneas más por pieza, correspondientes a la fecha y a la firma del prócer.

Ciento dieciséis líneas, a distribuir en 128 días de Protectorado. No alcanza a cumplirse el laborioso aforismo latino: “Nulla dies sine línea”, porque hay 12 días en que la portentosa actividad del Protector se tomó el merecido descanso.

Nuestros lectores deben recordar aquel juicio de desalojo de una pieza de la Recova, que siguió el numen, contra un inquilino cuando ejercía su profesión.

Pues bien, para echar a la calle con su familia y sus bártulos a un pobre hombre, que no podía pagar el alquiler, nuestro prócer elaboró un expediente en que el solo alegato de bien probado ocupaba no menos de cincuenta fojas, o sea diez veces más que todos los trámites que realizó a favor de aquella criatura cuya paternidad le atribuyen.

¡Y a esto le llaman fundador de la democracia y fundador de la Biblioteca!

http://www.revisionistas.com.ar/

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