martes, 25 de mayo de 2010

El Cabildo Abierto del 22 de Mayo

Aquel histórico Cabildo Abierto fue, según la vieja fábula escolar, una reunión de “la gente decente”, de “los vecinos respetables” (una buena manera de formar en los alumnos en esa idea de que sólo las minorías selectas pueden hacer la Historia).

También resultó una reunión donde se guardaron buenos modales y maneras respetuosas y donde el disenso se dirimió en el alto nivel de las ideas (también una buena manera de difundir en los alumnos la idea de que sólo a través de la persuasión y de la intrincada polémica jurídica es posible lograr los cambios sociales). Como se comprende, los hechos ocurridos se hallan demasiado lejos de estas presunciones de tía ingenua y pacata.

Se incorporan “fraudulentamente” personas que no debían concurrir a tan importnte evento, “entre ellos muchos pulperos, muchos hijos de familia, talabarteros, hombres ignorados” y un testigo agrega con escándalo “ese número y esa clase de gente decidieron en congreso público de la suerte de todo el virreynato, con miras de decir América”. Así, pues el Cabildo Abierto estaba muy lejos de recoger la opinión del “vecindario pudiente”, como se ha dicho tantas veces.

Por el contrario, su composición se democratizó profundamente y de ahí el resultado de la votación. Dos parecen haber sido las formas de ingreso de los hombres del pueblo al cónclave de “vecinos”. Una, “que la imprenta de Niños Expósitos, donde se hizo la impresión de las tarjetas, estaba a cargo de Agustín Donado, (uno de los chisperos que acompañaba a French) y esto permitió obtener subrepticiamente las esquelas necesarias para distribuirlas entre los partidarios”.

Otra, la acción de los grupos de choque apostados en las esquinas del Cabildo que mientras amenazaban a los grandes señorones mandándolos de vuelta a sus casas, facilitaban el ingreso a los amigos de la revolución. En la imagen idílica de los “democráticos” modelada por la historia mitrista, disuena con la intervención de la trampa o la fuerza, pero sin embargo, quienes tomaron la Bastilla en la Francia de 1789 para enarbolar los Derechos del Hombre eran seguramente mucho menos amables y moralistas que los nuestros.

De nuevo, pues el pueblo, pariendo la revolución. No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizando únicamente, con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos frenéticamente a resguardar con uñas y dientes sus fortunas y su posición social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espíritu de la revolución.

Castelli afirmaba: “Aquí no hay conquistados ni conquistadores, aquí no hay sino españoles los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan... Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del virrey que dependerá de la metrópoli si ésta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada”. La independencia aparece así planteada como una eventualidad futura, en función de los acontecimientos que se desarrollen en España, ratificando de este modo el carácter democrático y no separatista, como objetivo en sí mismo, por parte de los revolucionarios.

La votación en el Cabildo Abierto

El 22 de mayo votaron finalmente 225 personas, 69 se pronunciaron a favor del absolutismo, es decir, por la continuación de “El Sordo” Cisneros como virrey. Una treintena de votos “pro virrey” se alineó con Manuel José Reyes. Otros treinta que apoyaron esta idea, pero bajo el lema “no innovar” eran grandes terratenientes como José Martínez de Hoz, de importante fortuna quien comenzó su propio aporte con la construcción de la Iglesia del Socorro.
En esos sesenta y tantos de votos están reunidos los más poderosos intereses comerciales y financieros nacidos al calor del absolutismo y entrañablemente ligados a la burocracia virreynal. Después de Mayo, sufrirían confiscaciones y destierros, pero lograrán mas tarde reinsertarse en la sociedad, mediante el comercio libre y la “amistad” con los ingleses”.

http://www.rodolfowalsh.org

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