martes, 20 de abril de 2010

Discurso de Julio A. Roca - parte 1

DISCURSO ANTE EL CONGRESO AL ASUMIR LA PRESIDENCIA - 12 de Octubre de 1880
El jueves, 08 de abril de 2010 a las 12:25

GENERAL JULIO A. ROCA
DISCURSO ANTE EL CONGRESO AL ASUMIR LA PRESIDENCIA
12 DE OCTUBRE DE 1880 (Publicado en La Prensa, 13 de octubre de 1880)

[…] La solución dada a los problemas que venían retardando hasta el presente ladefinitiva organización nacional, el imperium de la nación establecido para siempre,después de sesenta años de lucha, sobre el imperium de provincia; y las consecuenciasque de estos hechos se desprendan para el progreso y el afianzamiento de lanacionalidad, podrán en una época próxima, responder del acierto o del error de miconducta. A ellas debemos apelar todos, cuando se trate de juzgar los actos de losgobiernos, la decisión de los pueblos y los procedentes del candidato de la mayoría, queen medio del hervor de las pasiones que las disputas electorales sublevan entre nosotros,pudo permanecer fiel al voto de sus electores, sin hacer recaer sobre ellos una sola gotade la sangre infaustamente derramada en el cumplimiento austero del deber.
Señores Senadores y Diputados:
Nada grande, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de lalibertad de los hombres y del engrandecimiento de los pueblos, si no es a costa desupremos esfuerzos y dolorosos sacrificios. Estas duras pruebas por que ha pasado laRepública Argentina no deben admirarnos cuando contemplamos sus rápidos progresosy comparamos las conquistas obtenidas en medio siglo de vida nacional, con la marchalenta que han seguido en la historia los gobiernos de las sociedades más adelantadas.Vivimos muy de prisa, y en nuestra febril impaciencia por alcanzar en un día el nivel aque han llegado otros pueblos, mediante siglos de trabajos y sangrientos ensayos, nossorprenden desprevenidos la mayor parte de los problemas de nuestra organizaciónpolítica y social.
El Congreso en 1880 ha complementado el sistema del Gobierno representativofederal y puede decirse que desde hoy empieza recién a ejecutarse el régimen de laConstitución en toda su plenitud. La ley que acabáis de sancionar fijando la capitaldefinitiva de la República, es le punto de partida de una nueva era en que el gobiernopodrá ejercer su acción con entera libertad, exento de las luchas diarias y deprimentes de su autoridad que tenía que sostener para defender sus prerrogativas contra laspretensiones invasoras de funcionarios subalternos. Ella responde a la supremaaspiración del pueblo, porque significa la consolidación de la unión, y el imperio de la paz por largos años. Su realización era ya una necesidad inevitable y vuestro mejor título a la consideración de la República será el haber interpretado tan fielmente sus votos.

En adelante, libres de estas preocupaciones y de conmociones internas, que a cadamomento ponían en peligro todo, hasta la integridad de la República, podrá el gobiernoconsagrarse a la tarea de la administración y a las labores fecundas de la paz; y cerradode una vez para siempre el período revolucionario, que ha detenido constantementenuestra marcha regular, en breve cosecharemos los frutos de vuestro acierto y entereza.Al tomar a mi cargo la administración general del país, dos preocupacionesprincipalmente me dominan sobre todas las demás. El ejército y las vías decomunicación.
El ejército y la armada que significan la integridad y salvaguardia de la patria en elexterior, y su paz y orden interno, reclaman la atención preferente del Congreso y delnuevo gobierno.
La República cuenta con un ejército modelo por su abnegación, sufrido en las fatigas,valiente en el combate, leal y fiel a su bandera; pero a merced del arbitrario, sin reglas de proceder, ni leyes que lo organicen bajo un plan regular y sistemado.
Discurso extraído de: Halperín Donghi, Tulio. Proyecto y construcción de una nación (1846 – 1880), Buenos Aires, Editorial Ariel, 1995. (pps. 591 – 595)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario